viernes, 13 de febrero de 2009

Los hombres que no amaban a las mujeres

Un periodista honrado, valiente, inteligente, comprensivo y conquistador (la perfección personificada, vaya) es contratado para descubrir quién asesinó hace cuarenta años a una adolescente perteneciente a una adinerada familia. Como es de esperar con semejante compendio de virtudes, resuelve el enigma para el que lo han contratado y, de paso, enamora a un par de mujeres, resuelve algunos asesinatos más y rehabilita su imagen pública. El libro me ha servido para saber que los suecos se pasan el día tomando café, contestan educadamente a las preguntas de cualquier curioso desconocido y consideran a España el lugar ideal para ligar (viva el alfredolandismo). Se trata, eso sí, de un libro muy ameno, sobre todo a partir de la página cien. Yo lo empecé a leer porque me apunté a un club de lectura en el que escogieron como primer libro "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina" (hay que ser un poco raro para escoger como primer libro el segundo de una trilogía). Después de leer el primero, me apetece leer el segundo, pero no tengo unos deseos irreprimibles de hacerlo.

jueves, 12 de febrero de 2009

La Escopeta Nacional

Lo siento, sé que no resulta muy original; pero la idea de un ministro de justicia y un juez de la Audiencia Nacional cazando juntos me recuerda a la película de Luis García Berlanga. Si por lo menos hubiesen coincidido en un concierto de Sabina...

sábado, 7 de febrero de 2009

Vigilando al vigilante.

¿Entrarías en un restaurante si ves que sus empleados se van a comer a otro restaurante? Estos días, los Mossos d'Esquadra han instalado una carpa en Manresa para celebrar el vigésimo quinto aniversario del cuerpo. La vigilancia del recinto la realizaba una empresa de seguridad privada. Me parece un despilfarro de dinero que un cuerpo policial tenga que encargar a un empresa privada la seguridad de un acto propio. A otra gente le parecería un despilfarro de capacidades profesionales dedicar policías a vigilar exposiciones. En realidad, el verdadero despilfarro es dedicar dinero y personas a organizar actos de autobombo de los cuerpos policiales.

viernes, 6 de febrero de 2009

ADN

Una forense detecta una serie de muertes parecidas y deduce, acertadamente, que se deben a algun asesino en serie. Sus problemas personales le dificultan la investigación.
En esta novela de suspense se sabe enseguida quién es el asesino y pronto se intuye quién paga al asesino. Sólo quedan para el final dos enigmas: a) saber si la investigadora y quienes la ayudan llegarán a tiempo para parar los asesinatos b)las motivaciones de los investigadores de los asesinatos. Obama podría producir una película basada en esta novela para apoyar un proyecto de sanidad pública.

sábado, 24 de enero de 2009

Ariadna al laberint grotesc.

Algunos cuentos me han parecido divertidos, otros me han resultado sencillamente ininteligibles. En literatura no existe el lenguaje popular, existe un lenguaje literario que evoca el lenguaje popular. Al mismo tiempo que lo evoca, lo fija en cierto modo, permitiendo que grupos distantes acaben asumiéndolo como suyo. Nadie hablaba como los personajes de los hermanos Álvarez Quintero, aunque todos sabían a qué personas representaban. En catalán, ese nexo entre lenguaje popular y literatura se cortó durante treinta años, por lo tanto no ha existido ninguna continuidad entre el catalán que hablaban los personajes de Espriu en 1930 y el que hablamos hoy, y ahora nos resulta una jerga extraña. Quim Monzó se quejaba esta semana de que el catalán popular se está convirtiendo en un dialecto del castellano, los neologismos que cada nueva generación incorpora al idioma, muchas veces de forma efímera, son ahora en el catalán copia del castellano. El catalán necesita que alguien normalice, sin resultar impostado, el lenguaje popular.

domingo, 18 de enero de 2009

Les veus del Pamano

"Las voces del Pamano" es un libro absorbente. Unos cuantos dramas separados en el teimpo que, aún así, se cruzan entre ellos. Algunos muy personales, casi vulgares, como los de Tina Bros. Otros, épicos, como el de Ventura. A ratos, parece un libro de Camilo José Cela si Cela hubiese escrito en catalán (no sé si en la traducción al castellano este parecido se difumina o se acrecenta). A Enric Vila, de quien ya he hablado en este blog, le vendría bien leer este libro para recordar que los represores de los catalanes en la posguerra civil fueron, en la mayoría de las ocasiones, otros catalanes.