martes, 27 de febrero de 2018

El reto intelectual de la equidistancia.

Cuando palabras como "tibio", "desafecto" o "neutral" adquieren connotaciones peyorativas es que la sociedad que las usa con esa acepción está enferma de fanatismo. Ahora "equidistante" es un insulto. O mejor dicho, es una aberración. Para el fanático, o sigues sus dogmas, todos, o estás contra él. No le cabe en la cabeza que le puedas dar la razón en algunos temas y en otros se la des a su adversario. Y el colmo de la aberración es, para él, que no le des la razón ni a él ni a su adversario. En su mente simple, solo existe lo malo y lo bueno. Hace un esfuerzo mental para ubicarte y pasar de un mundo de dos estadios a un mundo de tres, y te llama equidistante. Lo dejas en paz, cómo vas a conseguir que entienda que el mundo no tiene tres estadios, sino que son infinitos..

viernes, 16 de febrero de 2018

No sabes que lo sabes.

Creo que fue Agustín García Calvo quien dijo que la gramática es eso que sabemos sin saber que lo sabemos. A todos nos resulta bastante fácil construir oraciones gramaticalmente correctas, pero nos resulta mucho más difícil explicar por qué esas oraciones son correctas o no. Esta aseveración es cierta mientras no nos salimos de nuestro idioma. Cuando abandonamos el terreno que conocemos desde niños, sufrimos más.
En los últimos años, la traducción automática está avanzando mucho, pero aún así, de vez en cuando nos encontramos con frases ininteligibles. Las herramientas de las redes sociales (Facebook, Twitter, Youtube...) nos ofrecen  traducciones a nuestro idioma de las publicaciones hechas en otras lenguas. Tengo la sensación de que las traducciones de publicaciones en inglés de hispano hablantes contienen muchas menos construcciones erróneas que las de publicaciones de autores que tienen el inglés como lengua materna. Facebook, por ejemplo, ofrece la posibilidad de evaluar la calidad de las traducciones. No tendría que ser difícil, por lo tanto, cuantificar si la sensación mía tiene una base real o no. De ser cierta mi hipótesis, se confirmaría, una vez más, que la gramática que aprendemos de niños sin saber que la aprendemos es un armazón mental del que no nos podemos desprender.