lunes, 17 de julio de 2017

La votación definitiva.

El 1-O se celebrará un 9-N bis.
La Generalitat pondrá urnas, pero no las pondrá en todos los sitios. Mucha gente se quedará sin votar, algunos porque no podrán, otros muchos porque no querrán. El no-referéndum lo ganará de calle el Sí, porque solo los del Sí lo considerarán un referéndum. Quizá declaren algo parecido a la independencia, pero el TC dirá que esa declaración es ilegal e inútil. Y entonces la Generalitat hará lo que puede hacer sin que el gobierno central pueda evitarlo ni obstaculizarlo: convocar elecciones autonómicas. Estas elecciones serán las definitivas, si las ganan los independentistas claramente, la independencia será imparable. Si las ganan los constitucionalistas claramente, la independencia se aplazará por una o dos generaciones como mínimo. Si se repite la composición actual del Parlament, la independencia se aplazará por un par de legislaturas.
La pelea está ahora en ganar esas elecciones. Y la victoria en esas elecciones (como en todas) depende de captar a los que pueden cambiar de opinión, no en convencer aún más a los ya convencidos. Para hacer cambiar de opinión, se utilizarán tres sentimientos básicos: la ira, el miedo y la ilusión.
¿Contra quién dirigirán su ira los decepcionados por el aplazamiento de la independencia? ¿Contra los cobardes de JxSí y no votarán?  ¿Contra los fascistas del PP?
Las gentes "de orden" independentistas. ¿Mantendrán la ilusión tras un nuevo aplazamiento? ¿Se asustarán ante una independencia que no saldrá gratis? ¿Redoblarán su enojo con el centralismo que no les deja votar?
¿Con qué nacionalistas estarán más enfadados los votantes de izquierda que ahora rondan a los comunes?
¿Esos votantes de partidos centralistas en las generales que no votan en las autonómicas se asustarán ante una independencia posible e irán a votar? ¿O se ilusionarán ante la posibilidad de el primer gobierno sin nacionalistas catalanes?
En ese delicado equilibrio de moverán todos los actores. Tendrán que calcular cuántos votantes, cuántos pierden y cuántos recuperan de la abstención para el contrario con cada decisión.

martes, 4 de julio de 2017

Y los fachas me callaron la boca.

Hace unos días, dos amigos míos publicaron en Facebook el mismo enlace. Una organización fascista publicaba que en Manresa unos "moros" habían dado una paliza a unos "españoles" y uno de los agredidos estaba hospitalizado en la UVI.
La noticia tenía toda la pinta de ser un bulo: solo se mencionaba en ese medio, no contenía ningún dato concreto (lugar de la paliza, hospital en el que habían ingresado al herido, fecha de los hechos...) y nadie más lo había mencionado. Manresa es muy pequeña, vamos, un pueblo grande. Así que, harto de la postverdad,  me tiré al ruedo y dije públicamente que eso era mentira.
Dos días después, la prensa manresana publicaba la noticia.
No lo entiendo. ¿Por qué tardaron tanto los medios en publicarla?
¿No se enteraron? Imposible, los hechos pasaron a las ocho de la tarde en la calle más concurrida de Manresa.
¿Para no crear alarma? Si se va a acabar sabiendo y, además, por los que aprovecharán para exagerar lo que ha pasado para crear más alarma.
¿No era una noticia importante? Si en la portada de la edición digital del único medio impresa se publica que un parque tiene columpios oxidados.
Y lo peor de todo. Los fascistas han ganado credibilidad. La próxima vez que los fascistas publiquen una exageración, una media verdad o una mentira, ¿cómo demonios voy a convencer a los que lo lean de que se informen mejor antes de formarse una opinión?