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miércoles, 5 de diciembre de 2018

Un país europeo normal.

Durante muchos años se ha hablado de que España era una anomalía en Europa por no tener un partido ultraderechista de cierta relevancia.
Por ese lado, ya somos un país europeo normal.
Solo quiero recordar que en los países europeos normales, la derecha no pacta con la ultraderecha. Y que la izquierda deja gobernar a la derecha para que no tenga tentaciones de pactar con la ultraderecha.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Vivo en un país extraño (II).

Intento ponerme en la situación de Mariano Rajoy. Resumamos los hechos:

  • El 20 de diciembre obtuvimos 123 diputados. Somos los que más diputados tenemos, pero lejos de la mayoría absoluta, insuficientes aun pactando con Ciudadanos.
  • Nuestras diferencias ideológicas hacen inviable añadir ningún partido al pacto hasta alcanzar una mayoría de gobierno.
  • Desde las elecciones hasta ahora, se han hecho públicas las imputaciones de un montón de dirigentes de mi partido.
Si yo estuviera en esta tesitura, pensaría que "virgencita, virgencita, que me quede como estoy". Unas nuevas elecciones nos castigarían mucho y perderíamos votos y diputados a espuertas. Así que lo más sensato sería dejar que gobernase otro y conservar lo obtenido.
Rajoy, por el contrario, manifiesta preferir nuevas elecciones a dejar que Sánchez lidie con un gobierno inestable. Parece esperar mejores resultados de unos nuevos comicios.
En un país normal, después de todo lo que está aflorando con la operación Taula, la decisión sensata del PP sería evitar elecciones.
A lo peor, tienen razón ellos.

lunes, 25 de mayo de 2015

Un efecto mariposa.

En la ciudad X, el partido A presenta un candidato poco recomendable, el partido B decide no apoyar al partido A y deja que gobierne el partido C. A quinientos kilómetros de allí, el partido A, indignado por lo sucedido en la ciudad X, decide no apoyar al partido B y deja que en la comunidad Z gobierne el partido C.

martes, 19 de mayo de 2015

El perro del hortelano campa por Andalucía.

Menudo follón tienen montado en Andalucía. Susana Díaz no necesita que nadie la apoye, le basta con que algún partido silbe mirando hacia otro lado y se abstenga. Pues ni así. Todos se hacen los estrechos pensando que sus electores no les perdonarán si ceden un ápice en sus posiciones. Al mismo tiempo, rechazan la repetición de las elecciones porque, supongo, también temen el castigo electoral que sufrirán si se muestran demasiado estrictos y ponen en peligro el gobierno de la región.
Si nadie quiere nuevas elecciones y nadie quiere ceder, esto puede acabar en una solución que, ahora, me parece esperpéntica: que toda la oposición se ponga de acuerdo para recoger algunas abstenciones en cada grupo y permitir así la investidura de Susana Díaz sin que se pueda acusar a ningún partido de haber claudicado.
Estaremos atentos, porque, a tenor de las encuestas, lo de Andalucía puede ser un aperitivo de lo que nos encontraremos a partir del 25 de mayo.

miércoles, 6 de mayo de 2015

¿Gobernabilidad o principios?

Supongamos que, en unas elecciones municipales, el partido A obtiene la victoria sin llegar a la mayoría absoluta. El partido C decide no apoyar al partido A y éste se ve obligado a gobernar en minoría y no puede aprobar tres medidas que al partido C le parecen muy mal.
Mientras tanto, a cincuenta kilómetros de allí, el partido A obtiene un resultado similar. En este caso, sin embargo, el partido C decide apoyar al partido A y obtiene que se aprueben tres medidas que el partido C llevaba en su programa.
¿Dónde ha sido más fiel a sus electores el partido C?
Dependerá del peso de las medidas descartadas en un pueblo y de las aprobadas en el otro. Dar por buenos, a priori, el pactismo o la firme oposición sólo puede obedecer a prejuicios.

lunes, 25 de octubre de 2010

Montilla no quiere pactar.

Ayer leía en la prensa que José Montilla descartaba la reedición del tripartito. Hoy escucho en la radio que también da por imposible la "sociovergencia". Todo el mundo interpreta estos mensajes como llamadas a los indecisos para que le voten. Yo, que acostumbro a votar a partidos sin posibilidades de obtener victorias, deseo que el partido al que yo voto pacte después de las elecciones, pues es la única manera de que parte del programa electoral que yo he elegido se lleve a cabo. Si yo fuese votante del PSC, estaría desencantado ante las pocas posibilidades de victoria que les ofrecen las encuestas. Parece que, en el mejor de los casos para los socialistas, pueden conseguir diputados suficientes para formar gobierno si pactan con otros. Yo exigiría a los líderes socialistas dos cosas, a) pactar después de las elecciones y b) informarme antes de las elecciones de los pactos que estarían dispuestos a establecer para intuir qué parte del programa electoral es más renunciable para ellos.