sábado, 28 de enero de 2017

Santi Vidal ha visto al rey desnudo.

Santi Vidal ha dicho que el rey está desnudo. En sus, ahora famosas, conferencias, ha dicho  que la Generalitat está delinquiendo,  Y no se trata de poner unas urnas, el delito que denuncia es un delito de verdad, de los que conllevan cárcel. Un delito tan evidente que los cargos oficiales no han tenido más remedio que decir que no lo han hecho, y los portavoces extraoficiales recurrir al "pues ellos más".
El palo para los líderes independentistas, que han repetido hasta la saciedad que todos los pasos que den hasta la independencia serán legales, ha sido morrocotudo. Necesitan proclamar la escrupulosa legalidad del proceso para convencer a las gentes de orden, ésas que votaban CiU, de que todo se hará como Dios manda.
Pero no es verdad. En algún momento tendrán que cometer una ilegalidad. En el mejor de los casos para los secesionistas, un día proclamarán la independencia contraviniendo claramente la constitución, el gobierno de España preferirá mirar para otro lado, como pasó con el Sahara, y la legalidad pasará a ser otra.
En el mejor de los casos para los unionistas, la legislatura acabará sin que JxSí se haya atrevido a dar ese paso y la nueva composición de la cámara aplazará el proceso, como mínimo, cuatro año más.
Y en el peor caso para todos, la Generalitat proclamará la independencia cuando el Gobierno de Madrid todavía se vea suficientemente fuerte para combatir el delito con el "monopolio de la violencia".


viernes, 27 de enero de 2017

El ataque de la tercera edad.

Cuando cumplí 50 años, no me deje amilanar por cifra tan redonda. Cumplí medio siglo participando en una maratón. Correr 42195 metros, aunque los acabes a rastras, exorciza la pérdida de la juventud.
Hasta hoy.
Venía del mercado bajo la lluvia. Cargado de bolsas, porque el carrito es para viejos. Sostenía como podía el paraguas. Calzaba unas Converse, porque ponerte zapatos de veinteañero te permite contactar con la madre tierra a través de un símbolo de juventud. Y eso se tiene que notar de algún modo. Y entonces ha llegado la catástrofe.
La suela de las malditas Converse han decidido no adherirse al suelo. Me he pegado un costalazo de campeonato. Con las manos ocupadas, no he podido parar el golpe. La rabadilla ha llegado al suelo antes que la nuca. Y la nuca antes que los tobillos. Algún sismógrafo de última generación tiene que haber percibido el impacto. 180 centímetros de hombre extendidos por el suelo, El agua circulando bajo la rabadilla y empapándola.
Y ha llegado lo peor.
Por la calzaba circulaba un autobús urbano.
Y se ha parado provocando un pequeño atasco.
Y del autobús ha bajado una chica a ayudarme.
Y detrás de la chica el conductor.
Era de noche y no he podido ver las caras de los que miraban con pena al pobre señor mayor caído en el suelo. Pero seguro que tenían cara de pena.
Mi orgullo me ha dicho: levántate antes de que lleguen. Y me he levantado. He recogido las bolsas y el paraguas, he sonreído a los que se disponían a ayudarme y me he despedido de ellos.
- Gracias. Estoy bien. No me ha pasado nada.


miércoles, 25 de enero de 2017

Un drama reciente

Hace unos días escuchaba por la radio a alguien que hablaba de la tragedia de perder a un hijo. Decía algo así como que era un drama tan antinatural que ni siquiera tenemos una palabra semejante a "orfandad" para designarlo. No es cierto. Si no tenemos una palabra para designarlo es porque es un drama reciente, una situación natural hasta hace poco tiempo. No tengo las cifras exactas, pero los que nacimos entre los 50 y los 60 en el mundo occidental, debemos de ser la primera generación que al nacer tenía más de un 50% de probabilidades de sobrevivir a sus padres.

viernes, 6 de enero de 2017

Una cura de humildad.

Toda mi vida he jugado (mal) a baloncesto. Lo más lejos que llegué fue, a finales de los 80, a jugar en el Sant Fruitós. Jugábamos en Tercera Preferente. Por debajo nuestro estaban las categorías Tercera Catalana A y Tercera Catalana B. Conseguimos el ascenso a Segunda Catalana. En aquel momento, había en Cataluña más equipos por debajo del mío que por encima del mío.
Aquel año había tenido pocos minutos y sospechaba que, en Segunda Catalana, tendría menos. Decidí irme, probablemente cinco minutos antes de que me pidieran que me fuera.
Sant Fruitos de Bages ha sido "Ciutat del Bàsquet Català 2016". Han publicado el libro Sant Fruitós Passió pel Bàsquet.  Y allí aparezco yo, pero no me recuerda ni el Tato, un guión ocupa el lugar de mi nombre.