sábado, 27 de agosto de 2016

A vueltas con el burquini.

Uno de los últimos veranos de los ochenta viajé a Vigo. Allí, en la playa de Samil, vi una señora que miraba hacia el mar. Cuando llegaban las olas, se mojaba los tobillos. Junto con la cara y las manos, era la única parte descubierta de su cuerpo. Iba vestida toda de negro y llevaba un pañuelo en la cabeza. Si el ayuntamiento de Vigo hubiese tenido una ley antiburquini como las normas que se han decretado en algunos ayuntamientos francesas, a la señora le habría caído una multa, la hubiesen obligado a desvestirse o la hubiesen expulsado de la playa.
No me gusta que algunas mujeres vayan con todo el cuerpo cubierto a la playa. Perdón, rectifico. Lo que no me gusta es que esas mujeres vayan cubiertas mientras sus maridos, padres o hermanos van en bañador corto. Si la religión de algunos les impide disfrutar con comodidad del sol y del agua, allá ellos. Pero si la religión solo se lo impide a parte de de los feligreses por un motivo tan absurdo como no tener un cromosoma Y, entonces ya no merece tanta tolerancia.
Lo que no sé es cómo solucionarlo. Quiero que la gente sea libre, pero no sé si se puede obligar a la gente a ser libre. Quizás sería más efectivo trasladar el castigo al otro lado de la balanza, quizás es más fácil castigar al que oprime en lugar de castigar al oprimido.

martes, 9 de agosto de 2016

Esos progresistas que pueden beber Mecca Cola pero abominarían de la Vaticano Cola.

Me llama la atención la relación que tienen con la religión muchos progresistas de reflexión rápida pero poco profunda. Estos opinadores han encontrado su hábitat natura el twitter. Para ellos, cuando un cura se zumba a un niño, la culpa es de la religión, concretamente de la iglesia católica. Sin embargo, cuando un musulmán acuchilla a un vecino al grito de Alá es grande, la culpa es del colonialismo occidental o de la desigualdad social. Puede admitir que la culpa es de una religión, pero será, según él, del sionismo.
No señor. Cuando una persona llega a la conclusión de que sabe lo que quiere Dios, ya estamos perdidos. Intentará cumplir la voluntad de Dios e intentará que los demás también la cumplamos. En el mundo occidental, gracias sobre todo a la Revolución Francesa, hemos conseguido parar un poco los pies a las Iglesias. Aún así, los obispos católicos no cejan en su empeño de prohibir que nos casemos con quien queramos o insisten en que creamos que una blástula es un ser humano. De vez en cuando, abogan por el perdón, aunque resulta desagradable que lo hagan cuando el que necesita el perdón ha malinterpretado lo de "dejad que los niños se acerquen a mí".
En el mundo musulmán, nadie ha parado los pies a los clérigos. En muchos países, no sólo dirigen la moral desde los púlpitos, también lo hacen desde los parlamentos y los ministerios. El islamismo no es peor que el cristianismo, pero tiene más poder y hace más daño.
P.D. Por si alguno cree que el título es una bromna, Mecca-Cola existe y se puede comprar en España en tiendas de "comercio alternativa". No me consta que exista la Vaticano Cola