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martes, 6 de marzo de 2012

Cocinando niños.

Educar niños se parece mucho a cocinar.
No existen las recetas perfectas. El tiempo de cocción de una alubia depende del tiempo transcurrido desde su recolección y del recipiente que utilicemos. Lo que para un niño puede resultar una motivación,  otro lo puede percibir como un castigo.
El gusto del comensal también cuenta. Por más que nos empeñemos en que las carnes rojas se deben dejar rosadas por dentro, si alguien no le gusta la carne cruda, no podrá disfrutar de ella. Un padre puede preferir un niño obediente y otro preferir que su hijo tenga iniciativa.
Tú eres sólo uno de los muchos condicionantes del resultado.Ese arroz que te sale tan bueno, puede salirte peor un día que tengas que utilizar un agua distinta. Una leve enfermedad en época de exámenes puede bajar la nota de tu hijo.
Pero eres el principal condicionante del resultado. Si se te quema el plato o tu hijo resulta un delincuente, asume que no toda la culpa será de la sartén ni de los profesores.
Adáptate a los ingredientes que tienes. Si tienes falda de ternera, haz estofado, no carne a la plancha. No te empeñes en que tu hijo sea un gran deportista si na tiene cualidades ni ganas de serlo.
Eso, sí. Si un plato te sale mal, aprende de los errores y vuelve a intentarlo. Si un hijo te sale mal, no tendrás otra oportunidad.