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viernes, 23 de julio de 2010

La reina en el palacio de las corrientes de aire.

Bueno, ya hemos acabado con la mítica trilogía Larsson. La última de las novelas me ha recordado a las películas estadounidenses de deportes para adolescentes. Este subgénero se caracteriza por a) en mensaje de que la bondad tiunfa, b) un mensaje de que el esfuerzo triunfa, c) además de para a) y para b) la bondad y el esfuerzo sirven para ligar y d) una competición final en la que se demuestran a) b) y c). En este caso, la competición final se ha sustituido por un juicio.
¿Quiero decir con esto que no aconsejo leer el libro? No señor: el libro es muy ameno, como es amena Karate Kid. Si no lo recomiendo para el verano y la playa es porque son 850 páginas y pesa bastante en la bolsa de la toalla. A menos que hagas como José Manuel Lara, que dicen que corta los libros gordos con un cúter para tener que acarrear sólo con las páginas que está leyendo.

viernes, 13 de febrero de 2009

Los hombres que no amaban a las mujeres

Un periodista honrado, valiente, inteligente, comprensivo y conquistador (la perfección personificada, vaya) es contratado para descubrir quién asesinó hace cuarenta años a una adolescente perteneciente a una adinerada familia. Como es de esperar con semejante compendio de virtudes, resuelve el enigma para el que lo han contratado y, de paso, enamora a un par de mujeres, resuelve algunos asesinatos más y rehabilita su imagen pública. El libro me ha servido para saber que los suecos se pasan el día tomando café, contestan educadamente a las preguntas de cualquier curioso desconocido y consideran a España el lugar ideal para ligar (viva el alfredolandismo). Se trata, eso sí, de un libro muy ameno, sobre todo a partir de la página cien. Yo lo empecé a leer porque me apunté a un club de lectura en el que escogieron como primer libro "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina" (hay que ser un poco raro para escoger como primer libro el segundo de una trilogía). Después de leer el primero, me apetece leer el segundo, pero no tengo unos deseos irreprimibles de hacerlo.