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lunes, 21 de noviembre de 2011

Las reglas del juego.

Después de conocerse las primeras estimaciones de resultados de las elecciones del 20 de noviembre, oí  a dos vencedores secundarios quejarse del sistema electoral. Rosa Díez se quejaba amargamente de que el sistema electoral había perjudicado a su formación claramente. Es bien cierto que los diputados de UPyD son los más caros del Congreso Aunque peor es el caso de Equo, que con 215000 votos se ha quedado fuera mientras cinco formaciones con menos votos recogerán actas de diputados. El otro político al que oí quejarse fue Iñaki Antigüedad, el cabeza de lista por Bilbao de Amaiur. En este caso su queja era de mayor calado, puesto que exigía que los votos de las tres provincias de la comunidad Autónoma Vasca más Navarra fueran por otro lado, el eufemismo de "derecho a decidir" para no decir autodeterminación.
Interesante el artículo publicado en La Información. Hacen un ejercicio de política ficción calculando el reparto de escaños en un sistema de circunscripción única. A algunos les sorprenderá comprobar que los grandes beneficiarios no son los partidos nacionalistas, sino los dos grandes partidos. También han intentado hacer el ejercicio contrario, calcular los resultados en un sistema de circunscripciones unipersonales, como el británico. El resultado de este ejercicio es necesariamente falso, como ellos mismos avisan, porque para arrojar resultados correctos necesitaríamos saber cuales serían las 350 circunscripciones.
¿Tiene razón el titular al afirmar que en una circunscripción única todos los votos valdrían lo mismo? Si. ¿Tiene razón al afirmar que ésta es la única posibilidad de todos valgan lo mismo? No. Lo que hace injusto al sistema electoral español no es la existencia de diferentes circunscripciones, lo que lo hace injusto es que las diferentes circunscripciones tengan tamaño distinto y, sobre todo, que los diputados asignados a cada circunscripción no sean proporcionales al número de votantes. El voto de un turolense vale más que el voto de un madrileño.
Necesitamos unas reglas de juego justas, pero existen muchas posibles  reglas de juego justas.