Calidad democrática.

Como estamos viendo en Polonia. en Hungría, en Austria o en Estados Unidos, la democracia no es perfecta. Puede llevar al poder a gente bastante impresentable. Y si puede hacerlo con el máximo representante de un país, qué no hará con un oscuro funcionario de alto nivel elegido a dedo por el ministro de interior. Concepción Dancausa se lió la manta a la cabeza y decidió prohibir el acceso a la final de copa con esteladas. Una decisión ilegal, como se ha encargado de recordar un juez, y que se hubiese revelado como estúpida de no haber mediado el recurso presentado por Drets. Poner puertas al campo no acostumbra a dar buen resultado.
Los buscadores de agravios se lanzaron en picado sobre la decisión de la delegada del gobierno, pero han silbado mirando para otro lado ante la decisión judicial. La calidad de una democracia no se debe medir sólo por el número de decisiones acertadas de los que mandan, también debe contemplar los mecanismos que tiene el estado para corregir las decisiones erróneas. Esta vez, el Estado Español (aquí es correcto hablar de "Estado Español", no actúa como eufemismo de España), ha funcionado bien.