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martes, 23 de diciembre de 2014

¿Sirve para todo el libre mercado?

Lo de la libre economía de mercado es muy sencillo. Supongamos que yo me dedico a fabricar botijos. Para venderlos, necesito que mis botijos sean mejores para los compradores que los de la competencia. Y aquí, "mejores" puede significar muchas cosas: que sean más bonitos, que duren más, que refresquen mejor el agua o que sean más baratos. El que no sea capaz de hacer botijos mejores, no venderá y tendrá que cerrar el negocio. La competencia nos obliga a mejorar cada vez más nuestro producto. El resultado es que la sociedad recibe mejores botijos que si sólo hubiera un alfarero fabricante de botijos. El Estado debe controlar un poco el mercado: garantizar que los botijos no explotes si los dejas al sol, que no se empleen materiales tóxicos... Pero si se pasa en su tarea de control y empieza a exigir que la arcilla utilizada cumpla requisitos muy exigentes, llegarán botijos chinos mucho más baratos y nos botijeros de aquí nos quedaremos sin mercado.
Ahora que ya he entendido el funcionamiento de la economía libre de mercado en productos simples, como el botijo, intentaré entenderlos en productos un poco más complejos. La electricidad, por ejemplo. Frecuentemente, se presentan en mi casa unos jóvenes que, para visitarme, se han puesto corbata por segunda vez (la primera fue en la ídem comunión). Me piden que les enseñe mis facturas de la luz para comprobar si se me han aplicado correctamente los descuentos. ¡Qué chicos más majos! ¡Cómo se preocupan por mi peculio! Se las enseño y, ¡tachán!, estoy pagando de más. Si me paso a otra compañía suministradora, pagaré menos. Un cambio así se debe meditar y empiezo a hacer preguntas.
- ¿Cambiar la instalación será muy caro?
- No hay que cambiar la instalación, seguirá usando la misma.
- ¿Me llegarán mejores electrones?.
- Los electrones son todos iguales.
- ¿Me llegará más energía?
- No, sólo llega la energía que gasta.
- ¿Habrá menos cortes de suministro?
- Eso depende de la red de distribución, no de la compañía que a usted le suministra.
Así pues, para vender más, las compañías que venden electricidad no tienen que mejorar las instalaciones de los clientes, no tienen que mejorar el producto, no tienen que ofrecer más producto, no tienen que mejorar el servicio postventa. Sólo tienen que escoger los vendedores más hábiles. No acabo de entender en qué beneficia a la sociedad el libre mercado en el suministro de electricidad. Por lo que parece, las propias empresas tampoco entienden que el libre mercado sea la mejor solución. Prueba de ello es el interés que tienen en contratar exgobernantes para que el Estado intervenga, y mucho, en ese mercado.