sábado, 30 de julio de 2011

Juguetes de la niñez.

Una serie de cuentos oníricos en los que Quevedo describe encuentros con diablos, muertos y demás. El objetivo es criticar todo lo que de criticable tiene el mundo. El resultado, un libro racista, xenófobo, homófobo y misógino. Aunque también es un libro sastrófobo, medicófobo, abogadófobo, policífobo y muchos otros fobos más. Para esta segunda tanda de adjetivos, me he tenido que inventar las palabras. Vamos, que no deja títere con cabeza, sólo dos colectivos se salvan de la quema: el clero, creo que por miedo; y la milicia, creo que con sincera admiración.
Actualizado, resultaría un libro peligrosamente populista, si no fuese porque, al cabo, todos nos sentiríamos atacados en un párrafo u otro.
Lo peor del libro es que lo he leído en una edición infame. Forma parte una colección de clásicos que regalaba el fabricante al comprar el eBook. Esto me lleva a reflexionar sobre la gratuidad de la cultura, pero lo haré en la próxima entrada.

sábado, 16 de julio de 2011

No quisiera estar en sus zapatos.

En el libro, publicado en una colección de "novela negra" de El País, venían dos novelas cortas (o relatos largos): "No quisiera estar en sus zapatos" y "Fue anoche". El planteamiento es original (no diré novedoso, porque se publicó hace mucho tiempo). Aparecen detectives, pero no son los protagonistas.
En "No quisiera estar en sus zapatos", un individuo en apuros económicos es acusado de asesinato y robo. Todas las pruebas apuntan hacia él. Sólo el lector, el acusado y su mujer saben que es inocente.La condena a muerte hace que el esfuerzo por demostrar su inocencia sea una macabra carrera contra el reloj. Al acabar, el lector no sabe si el final es justo.
En "Fue anoche", desaparece un hombre acaudalado. El dueño del hotel en el que se alojaba consigue una importante suma de dinero. La mujer del dueño del hotel sospecha enseguida que su marido ha hecho algo malo. ¿Cómo de malo?.
Las tramas tos  muy buenas y sorprendentes, pero algo hace que no acaben de enganchar, Se dejan leer, y poco más.

domingo, 10 de julio de 2011

No me lo esperaba de un diario como El País.

Hay errores ortográficos que resultarían preocupantes en un estudiante de ESO. Si los comete un estudiante universitario, ya resultan alarmantes. Pero si quien los perpetra es un profesional en el uso del idioma, por ejemplo un periodista, se me acaban los adjetivos.
Estaba disfrutando del solaz dominical leyendo un artículo que trata varios temas que me interesan (teletrabajo, ergonomía ante el ordenador, adicción a la tecnología...). Al llegar al penúltimo párrafo, me he encontrado el atentado ortográfico. Es de esos errores que te hacen dudar de la calidad del resto del artículo.
Cuando me he puesto a escribir esta entrada, 20:45, pensaba que el error ya estaría subsanado en la edición digital y que tendría que referirme a la edición en papel. No ha sido así, ahí sigue.

lunes, 4 de julio de 2011

El lejano país de los estanques.

La primera novela en la que aparecen Bevilacqua y Chamorro. El protagonista es atípico, o lo era cuando apareció en 1998: un sargento de la Guardia Civil que llegó a la benemérita desde la facultad de psicología empujado por el paro. Sin embargo la novela sigue todos los cánones de la novela negra: un investigador honrado, lo suficientemente honrado como para saltarse las reglas. Un montón de frases lapidarias, algunas realmente brillantes. Algunas pistas falsas. Algunas pistas ciertas pero escondidas. Todo ello muy bien escrito. Para pasártelo bien. Para no pensar demasiado. No creó un boom como Millenium, tampoco lo merecía, pero sí que creó un puñado de seguidores fieles, yo entre ellos.
Ahora se puede comprar en formato EPUB toda la serie, seis libros, a un precio que los anti-SGAE no pueden usar para justificar la pìratería: 15€, 2'5€ el libro. Además, no lleva DRM, nada dificulta su pirateo, aunque aquí no vas a encontrar ningún enlace.

domingo, 3 de julio de 2011

Los que no se quieren integrar.

Salieron de su país porque su país no les daba de comer. A pesar de eso, cuando llegaron a la tierra que los acogió, se empeñaron en mantener sus costumbres, su lengua. No se quisieron integrar y pensaban en retorno al país que los expulsó. Aún hoy, celebran actos como la Cantada d'Havaneres de Calella de Palafrugell.