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domingo, 21 de junio de 2015

Infoxicación.

En las Navidades de 1997, me presenté en casa con un módem.
- ¿Para qué sirve esto?
- Para conectar el ordenador a internet.
- ¿Y eso qué es?
- Pues un sitio, bueno, no es un sitio. Es una red de ordenadores donde se guarda información que puedes consultar... Mira, el módem viene con un cedé para conectarte a Infovia.
- ¿Qué es Infovia?
- Como una internet pero en pequeño que ha montado Telefónica.
- Pero si todavía no me has aclarado qué es internet.
- Mira, lo instalo y te lo enseño.

En enero de 2002 gané un dinerillo en un concurso de televisión y decidimos viajar ese verano a Nueva York. Busqué información sobre la Gran Manzana en internet y encontré UNA página de la oficina de turismo municipal en la que se podían hacer reservas de hoteles. Los precios eran mejores que los que habíamos visto en los folletos de las agencias de viaje.
- ¿Hacemos la reserva aquí?
- ¿Por internet?
- Sí.
- No tendremos un papel firmado con la reserva.
- Ya.
- ¿A quién reclamamos si pasa algo?
- No sé, pero mira la diferencia de precios.
Hicimos la reserva, No nos atrevimos con los billetes de avión porque había que mirar compañía por compañía.

En el verano de 2006 decidimos ir a Lanzarote.
- Reservaremos por internet.
- Vale.
Nos rendimos. La cantidad de páginas y alojamiento que encontramos nos desbordó. ¿Cómo demonios podíamos saber que escogíamos correctamente? Había llegado la infoxicación: un volumen tal de información que impide su procesamiento.. Nos fuimos a la agencia de viajes para que escogieran ellos por nosotros,

Ahora creo que he aprendido a no dejarme apabullar por la cantidad de información disponible. Me conformo con reservar un hotel de calidad y precio razonables y no me obsesiono con escoger la mejor oferta.