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lunes, 18 de noviembre de 2013

No soporto a Josef Ajram.

Josef Ajram es un señor que se gana la vida especulando y que dedica su tiempo libre (él presume de que es mucho) a practicar deportes extremos con moderado éxito. Un deporte extremo es aquél que requiere mucho esfuerzo, que se practica donde casi nadie te ve y en el que tienes más probabilidades de hacerte daño que en un partido de fútbol entre solteros y casados. Eso sí, sabe venderse como nadie y, amparado en una estética antisistema, es extremadamente popular cuando encarna los peores valores del Sistema.
Mi "admiración" por Josef Ajram creció el pasado sábado cuando leí este artículo. En él se emplea varias veces la expresión "generar dinero" y se dice que Ajram genera dinero. No señor, generar riqueza es coger un trozo de barro y hacer un botijo. Lo que hace Ajram es especulación de la peor especie. Compra un producto a tres y lo vende a cuatro sin aportar nada al producto, ni siquiera lo ha acercado del vendedor al comprador. Hasta los denostados bancos generan más riqueza que él, permitiéndote obtener efectivo a cualquier hora del día, ahorrarte el engorro de ir a pagar el agua o la electricidad a las compañías suministradora o guardando tu dinero para que puedas gastarlo o malgastarlo cuando te dé la gana gracias a una tarjeta de plástico con una banda magnética.

sábado, 22 de diciembre de 2012

La metáfora de las participaciones preferentes.

Hace pocos años, la inmensa mayoría de los españoles  estaba convencida de que los pisos nunca bajan de precio y de que los bancos nunca pierden dinero. Hoy ya sabemos que no es así y que muchos que tomaron decisiones dando por ciertas esas premisas han perdido mucho dinero.
El negocio de las participaciones preferentes se sustentó sobre la segunda premisa. Los bancos ofrecían unos intereses más altos que los del plazo fijo porque esa inversión no era del todo segura, si el banco perdía dinero, el inversor perdería dinero. Pero, ¿dónde se había visto que un banco perdiese dinero? Pero resulta que sí, que los bancos (y las cajas) pueden perder dinero, mucho dinero. Y ahora todo el mundo se queja:

  • El pequeño inversor que compró preferentes que pagaban un 7% cuando el plazo fijo daba el 2% dice que le han engañado, a él no le movió la avaricia.
  • El empleado que vendió preferentes dice que lo hizo porque le presionaban desde arriba. No dice que, en muchos casos, la presión era una prima a la que no renunció entonces ni ha devuelto ahora.
  • Los medianos y altos directivos bancarios dicen que ellos cumplieron escrupulosamente la normativa. Quizá algún empleado interpretó mal las instrucciones (te explicaste muy mal, porque fueron muchos los empleados que parece que no entendieron) o quizá el regulador no cumplió su cometido (como en el fútbol, la culpa es del árbitro).
  • El ex regulador que dice que cuándo se fue lo dejó todo bien y que ya advirtió que lo que podía pasar.
  • El regulador que dice que todo lo dejó mal el anterior regulador.
  • El gobierno que no puede echar la culpa al regulador porque lo ha puesto él, no puede echar la culpa a los directivos de las casas porque también los puso él en muchos casos, que no puede decir que los inversores vivieron por encima de sus posibilidades porque ahorrar puede ser una decisión errónea, pero nunca un despilfarro; se agarra al clavo ardiendo de la Unión Europea para responsabilizarla  de la decisión de bajar el valor de las preferentes.
Y las preferentes son sólo un síntoma más del funcionamiento de un país en el que nadie tiene culpa de nada porque nadie se hace responsable de nada.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Los que ya hemos pasado por una crisis.

Uno de los síntomas de que te vas haciendo mayor es que repites cosas que hicieron tus padres a pesar de que, en su día, te parecían odiosas. "Teníais que pasar una guerra". Cuando mi hermana o yo nos quejábamos de la comida, de la ropa que nos habían puesto o de que no pasábamos unas vacaciones en la playa; mi madre respondía "teníais que pasar una guerra". Era su forma de decir que no sabíamos valorar lo que teníamos. A mí me parecía muy bestia desear una guerra para que el niño no se quejase de la fruta.
Mi generación es la última que vivió una crisis de verdad, la de finales de los setenta y principios de los ochenta. La reconversión industrial envió al paro a mucha gente, una inflación de dos dígitos se comía los ahorros de los pocos que los tuvieran, los tipos de interés, cercanos al 20%, hacían inviable el endeudamiento para invertir. Todo esto, acompañado de una extrema violencia: más de 100 asesinatos por año del terrorismo, fundamentalmente etarra, pero también del GRAPO y de los grupúsculos de ultraderecha; ruido de sables en los cuarteles; una delincuencia espoleada por la heroína.
El 17 de octubre de 1986, Barcelona era proclamada organizadora de las Olimpiadas de 1992. Creo que este momento simboliza la salida de España de la pobreza, el aislamiento internacional y el atraso. Los que ahora tienen 35 años, tenían entonces diez años. Ellos, y los que nacieron después, han vivido en un país en continua prosperidad, con algún pequeño inconveniente como el parón económico tras los Juegos o el estallido de la burbuja tecnológica, pero de muy pequeño calado. Haciendo sociología barata, he llegado a la conclusión de que han vivido demasiado bien y por eso se comportan como eternos adolescentes que piensan que pueden exigir con los derechos del adulto y con la irresponsabilidad de los niños. Muchas veces he pensado: "teníais que vivir una crisis". Ahora ha llegado la crisis y no estoy seguro ni de que nosotros estemos mejor preparados que ellos para afrontarla, ni de que esta crisis cambie la actitud vital de la mayoría. Quizás, si hubiese llegado una guerra, seguiría sin gustarme la fruta.

martes, 11 de octubre de 2011

La lección de humildad de Darwin.

En periodos como el actual, de grave crisis económica, muchos "motivadores" profesionales nos recuerdan que "crisis" significa "cambio" y de ahí deducen que los cambios son fuentes de oportunidades. Nos animan a evolucionar constantemente para adaptarnos al entorno cambiante. Algunos osados proponen ejemplos de emprendedores que supieron adaptarse con éxito. No son pocos los que recuerdan la extinción de los dinosaurios y la supervivencia de los mamíferos como ejemplo de la necesidad de evolucionar. De manera implícita, nos están diciendo que ellos han sabido adaptarse: tienen cargos importantes y publican libros que se venden bien. Son víctimas del lamarckismo subconsciente. La evolución de las especies funciona a partir de mutaciones aleatorias, los individuos no tienen margen para influir en la evolución, es el entorno el que los selecciona. A los triunfadores orgullosos de serlo, Darwin les recuerda que, tal vez, su decisión no fue especialmente acertada, sólo tuvieron la suerte de que el entorno cambiara para hacer que lo pareciera.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La medicina se debe administrar en su momento.

Un señor al que le gustaba "vivir bien" (comidas abundantes y con muchas grasas, alcohol, tabaco y sedentarismo) tuvo ayer un ataque al corazón . Los médicos le han dicho que lo que le pasó ayer es culpa de lo que hizo durante años. Como tratamiento, lo han puesto a correr diez kilómetros diarios y ha empezado hoy. ¿A que parece una burrada?. Pues se parece a lo que los expertos economistas recetan para la crisis española.   Como la crisis es culpa de no haber aprovechado los años buenos para eliminar el endeudamiento del estado, eliminemos el endeudamiento ahora. Como la enfermedad coronaria se debe al sedentarismo cuando el paciente estaba sano, hagámosle correr ahora que está enfermo.

martes, 12 de octubre de 2010

Una canción para ahondar en la crisis.

Cada vez que oigo a alguien llorar por la "tremenda" crisis actual, pienso que no es para tanto, yo recuerdo la crisis de finales de los setenta y principios de los ochenta y aquélla fue peor. Sin embargo, poco a poco, algunos de mis argumentos va cayendo:
En la crisis de finales de los 70, el paro llegó al 20%. Ya hemos llegado.
En la crisis de finales de los 70, el Estado estaba tan apurado que gastaba mucho en publicidad para vender la Deuda Pública a particulares y llegaba a pagar parte de los intereses en impuestos mediante desgravaciones. Hoy la Generalitat entra en competencia con bancos y cajas emitiendo unos bonos al 4'75%.
En la crisis de finales de los 70, la crisis desbordó los sistemas de protección y se incrementó notablemente la delincuencia, había atracos a sucursales bancarias cada semana. Si convertirse en algo cotidiano, los atracos a sucursales bancarias son ahora mucho más frecuentes que hace tres o cuatro años.
En la crisis de finales de los 70, la delincuencia se convirtió en algo tan normal (normal quiere decir frecuente, no bueno), que apareció una banda sonora para ensalzarla. Algunos grupos como Los Chichos tenían un mercado marginal, pero otros, como el primer Sabina o el primer Ramoncín, llegaron a mercados mucho más amplios con un repertorio en el que algunos delincuentes eran justificados. Hoy he descubierto que Roger Mas ya ha dedicado una canción a tema: El Calavera. No sigo mucho el mercado musical, seguro que hay más.
En la crisis de finales de los 70, la inflación era de dos cifras y se comía los modestos ahorros de los trabajadores que habían sido previsores.

domingo, 20 de junio de 2010

La mano invisible.

El panadero necesita que el carpintero le haga una estanterías nuevas. El carpintero necesita un nuevo taladro. El ferretero tiene ganas de ir al teatro. El actor quiere hacerse un bocadillo. Nadie satisface sus necesidades o apetitos porque la crisis aconseja no gastar. ¿Estamos seguros de que el capitalismo es el sistema económico perfecto? Sí, ya sé, llegará el día en que el actor tenga tanta necesidad del bocadillo que necesite comprarlo y se romperá el círculo vicioso de la crisis. Pero ¿qué pasaría si el actor llegase a tener tanta hambre que decidiese robar el pan al panadero en vez de comprarlo?

lunes, 6 de octubre de 2008

Alternativas al descenso del consumo

Hace unos días decía que la crisis actual nacía de que todos los que podemos comprar algo, ya lo hemos hecho. Como ya tenemos de todo y estamos asustados, no nos atrevemos a comprar nada más y el consumo se resiente. Tradicionalmente, estos parones del consumo se acaban resolviendo con una guerra, cuando acaban, a todo el mundo le falta de todo, ya no hace falta nada para estimular el consumo.

jueves, 4 de septiembre de 2008

De esta crisis no nos salva nadie, preparémonos para evitar la siguiente.

Desde hace más de cien años, los avances tecnológicos han aumentado la productividad de las empresas de una manera espectacular. Sin embargo, la semana laboral continúa siendo de 40 horas, en algunos casos ligeramente inferior, desde hace mucho tiempo. El resultado es que en las casas, en vez de una tele hay tres; en vez de un coche, dos; infinidad de aparatos para reproducir música... Todos tenemos más de todo, pero para poder sostener el sistema productivo, nos empujan a consumir mucho más de lo que necesitamos. De vez en cuando, el sistema se queda inevitablemente sin aliento para empujarnos a consumir. Por ejemplo, después de tres años de récords de ventas de automóviles, mucha gente tiene coche nuevo y no necesita comprar otro. Ya la tenemos liada: "se avecina una crisis, han bajado las ventas de automóviles". Ante el anuncio, empezamos a consumir menos, como todos tenemos muchas cosas, podemos restringir de forma espectacular nuestro consumo sin que nuestra calidad de vida se resienta significativamente, y lo hacemos. Puesto que la demanda cae en picado, muchas empresas deben cerrar y enviar gente al paro.
Como el motor de nuestra economía es el consumo, la solución que se nos ocurre es alimentarlo artificialmente. Como explica el señor Leopoldo Abadía, la crisis que estamos viviendo nace en Estados Unidos cuando se invita a consumir viviendas a gente que no puede pagarlas. Los sucesivos mecanismos para sacarse el problema del impago de encima, nos acaba salpicando a todos y nos asustamos y aguantamos el coche un par de años más, y gastamos un poco menos en las vacaciones, y buscamos más marcas blancas en el súper... y acabamos llevando la crisis a todos los sectores.
Tal vez, lo razonable sería, para acercar la demanda a la oferta, disminuir la producción de manera controlada y no de golpe cerrando empresas. Reducir las horas que dedicamos todos a producir y no reducir hasta cero las que dedican algunos enviándolos al paro. Como lo de trabajar menos tiene mala prensa entre los que tiene el dinero, no estoy proponiendo reducir el horario laboral, sino reducir las horas que se dedican a producir para dedicar más tiempo a la formación.

domingo, 3 de agosto de 2008

La crisis pulveriza la ventaja del PSOE en los sondeos tras las elecciones.

Este titular publicaba ayer (2-08-2008) El País. Parece que el redactor de la noticia quiere insinuar que los españoles culpamos a Zapatero de algo totalmente ajeno a él. Los ciudadanos no castigamos a nuestros gobernantes por los problemas que se encuentran, sino por la manera de afrontarlos. No echamos al PP por el antentado del 11-M, sino por el comportamiento del gobierno los días 12 y 13. Sabemos que no es culpa del gobierno que nos llegue una crisis de alcance mundial, lo que nos ha decepcionado ha sido que hayan negado la evidencia hasta el último minuto intentando engañarnos.