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miércoles, 24 de febrero de 2016

Vivo en un país extraño (II).

Intento ponerme en la situación de Mariano Rajoy. Resumamos los hechos:

  • El 20 de diciembre obtuvimos 123 diputados. Somos los que más diputados tenemos, pero lejos de la mayoría absoluta, insuficientes aun pactando con Ciudadanos.
  • Nuestras diferencias ideológicas hacen inviable añadir ningún partido al pacto hasta alcanzar una mayoría de gobierno.
  • Desde las elecciones hasta ahora, se han hecho públicas las imputaciones de un montón de dirigentes de mi partido.
Si yo estuviera en esta tesitura, pensaría que "virgencita, virgencita, que me quede como estoy". Unas nuevas elecciones nos castigarían mucho y perderíamos votos y diputados a espuertas. Así que lo más sensato sería dejar que gobernase otro y conservar lo obtenido.
Rajoy, por el contrario, manifiesta preferir nuevas elecciones a dejar que Sánchez lidie con un gobierno inestable. Parece esperar mejores resultados de unos nuevos comicios.
En un país normal, después de todo lo que está aflorando con la operación Taula, la decisión sensata del PP sería evitar elecciones.
A lo peor, tienen razón ellos.

martes, 26 de enero de 2016

No al desdoblamiento de la C-55.

Para desplazarte en coche entre Manresa y Barcelona sin pagar peaje, tienes que pasar por la carretera C-55. Si circulas por ella un domingo por la mañana, te parecerá que la carretera está bien, pero como la alternativa de pago es muy cara, los días laborables soporta unas densidades de tráfico muy superiores a las que puede absorber. El resultado: unas colas importantes y, lo que es peor, una alta siniestralidad. Muchas voces reclaman su desdoblamiento. ¿Es la mejor solución?
Un ecologista: No señor. La carretera recorre espacios de importante valor ecológico, como la ribera del río Llobregat o el Parque Natural de Montserrat, que se verían amenazados por el desdoblamiento de la carretera.
Un neoliberal. No señor. La empresa privada que arriesgó su dinero para construir la autopista lo hizo con unas condiciones de mercado. El desdoblamiento de la carretera alteraría manifiestamente esas condiciones y provocaría un considerable perjuicio económico.
Un anticapitalista. No señor. Es una clara muestra de las disfunciones que provoca el capitalismo. La sociedad no debería invertir sus recursos escasos en replicar un equipamiento que ya existe. En todo caso, se debería expropiar la autopista.
Un animalista. No señor. Una carretera es un peligro para los animales que pretenden cruzarla. El peligro se incrementa de manera exponencial con la anchura de la misma.
Un partidario de la economía de km 0. No señor. A lo largo de la carretera se han establecido una serie de pequeños negocios (bares, restaurantes, gasolineras...) que verían comprometida su viabilidad si la carretera se desdobla y se aleja de los centros urbanos.
Los de Igualada. No señor. Los de Manresa ya tienen dos carreteras gratuitas para llegar a Barcelona, la C-55 y la C-58. Tienen la autopista de peaje. Tienen dos líneas de ferrocarril, la Renfe y los Ferrocarriles de la Generalitat. En Igualada sólo tenemos la A-2 y los Ferrocarriles de la Generalitat.
De momento, todos están callados. Pero si un día algún gobernante decide solucionar este déficit de infraestructuras que sufrimos en el Bages, seguro que aparece alguna plataforma que reparte adhesivos en los que se lee "No al desdoblamiento de la C-55".

sábado, 22 de diciembre de 2012

La metáfora de las participaciones preferentes.

Hace pocos años, la inmensa mayoría de los españoles  estaba convencida de que los pisos nunca bajan de precio y de que los bancos nunca pierden dinero. Hoy ya sabemos que no es así y que muchos que tomaron decisiones dando por ciertas esas premisas han perdido mucho dinero.
El negocio de las participaciones preferentes se sustentó sobre la segunda premisa. Los bancos ofrecían unos intereses más altos que los del plazo fijo porque esa inversión no era del todo segura, si el banco perdía dinero, el inversor perdería dinero. Pero, ¿dónde se había visto que un banco perdiese dinero? Pero resulta que sí, que los bancos (y las cajas) pueden perder dinero, mucho dinero. Y ahora todo el mundo se queja:

  • El pequeño inversor que compró preferentes que pagaban un 7% cuando el plazo fijo daba el 2% dice que le han engañado, a él no le movió la avaricia.
  • El empleado que vendió preferentes dice que lo hizo porque le presionaban desde arriba. No dice que, en muchos casos, la presión era una prima a la que no renunció entonces ni ha devuelto ahora.
  • Los medianos y altos directivos bancarios dicen que ellos cumplieron escrupulosamente la normativa. Quizá algún empleado interpretó mal las instrucciones (te explicaste muy mal, porque fueron muchos los empleados que parece que no entendieron) o quizá el regulador no cumplió su cometido (como en el fútbol, la culpa es del árbitro).
  • El ex regulador que dice que cuándo se fue lo dejó todo bien y que ya advirtió que lo que podía pasar.
  • El regulador que dice que todo lo dejó mal el anterior regulador.
  • El gobierno que no puede echar la culpa al regulador porque lo ha puesto él, no puede echar la culpa a los directivos de las casas porque también los puso él en muchos casos, que no puede decir que los inversores vivieron por encima de sus posibilidades porque ahorrar puede ser una decisión errónea, pero nunca un despilfarro; se agarra al clavo ardiendo de la Unión Europea para responsabilizarla  de la decisión de bajar el valor de las preferentes.
Y las preferentes son sólo un síntoma más del funcionamiento de un país en el que nadie tiene culpa de nada porque nadie se hace responsable de nada.