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jueves, 4 de septiembre de 2008

De esta crisis no nos salva nadie, preparémonos para evitar la siguiente.

Desde hace más de cien años, los avances tecnológicos han aumentado la productividad de las empresas de una manera espectacular. Sin embargo, la semana laboral continúa siendo de 40 horas, en algunos casos ligeramente inferior, desde hace mucho tiempo. El resultado es que en las casas, en vez de una tele hay tres; en vez de un coche, dos; infinidad de aparatos para reproducir música... Todos tenemos más de todo, pero para poder sostener el sistema productivo, nos empujan a consumir mucho más de lo que necesitamos. De vez en cuando, el sistema se queda inevitablemente sin aliento para empujarnos a consumir. Por ejemplo, después de tres años de récords de ventas de automóviles, mucha gente tiene coche nuevo y no necesita comprar otro. Ya la tenemos liada: "se avecina una crisis, han bajado las ventas de automóviles". Ante el anuncio, empezamos a consumir menos, como todos tenemos muchas cosas, podemos restringir de forma espectacular nuestro consumo sin que nuestra calidad de vida se resienta significativamente, y lo hacemos. Puesto que la demanda cae en picado, muchas empresas deben cerrar y enviar gente al paro.
Como el motor de nuestra economía es el consumo, la solución que se nos ocurre es alimentarlo artificialmente. Como explica el señor Leopoldo Abadía, la crisis que estamos viviendo nace en Estados Unidos cuando se invita a consumir viviendas a gente que no puede pagarlas. Los sucesivos mecanismos para sacarse el problema del impago de encima, nos acaba salpicando a todos y nos asustamos y aguantamos el coche un par de años más, y gastamos un poco menos en las vacaciones, y buscamos más marcas blancas en el súper... y acabamos llevando la crisis a todos los sectores.
Tal vez, lo razonable sería, para acercar la demanda a la oferta, disminuir la producción de manera controlada y no de golpe cerrando empresas. Reducir las horas que dedicamos todos a producir y no reducir hasta cero las que dedican algunos enviándolos al paro. Como lo de trabajar menos tiene mala prensa entre los que tiene el dinero, no estoy proponiendo reducir el horario laboral, sino reducir las horas que se dedican a producir para dedicar más tiempo a la formación.