A mi hijo le están haciendo bullying.
Algún día lo solucionaremos, pero ahora me preocupa mañana. Mañana saldrá al patio y se encontrará con su acosador. No sé qué aconsejarle.
Puedo decirle que no se separe de sus amigos, que ellos le protegerán. Pero mi hijo es nuevo en el colegio. No tiene amigos muy íntimos. Y sus amigos también tienen miedo del matón. Lo más probable es que, cuando el agresor vaya a por mi hijo, sus amigos se aparten y mantengan una distancia prudente.
También he pensado decirle que le plante cara. Los abusones son abusones porque los demás les tienen miedo. Si mi hijo no rehúye la pelea, el otro dudará. Los demás se darán cuenta de que se puede vivir sin estar amedrentados y poco a poco, el matón dejará de ejercer su despotismo en el patio. Pero el rival es mucho más fuerte. Si mañana mi hijo es valiente, volverá a casa con la nariz rota.
Quizás sería mejor recomendarle que sea prudente. Que, cuando se acerque el agresor, se avance y le ofrezca el bizcocho que lleva para desayunar. Volverá a casa con la nariz entera, pero las próximas semanas, o hasta final de curso, se quedará sin desayuno.
O que no haga nada. Se llevará un empujón, alguna patada cuando esté en el suelo. Pero el otro se cansará de pegar cuando no encuentre resistencia y no le hará mucho más daño.
También he intentado prepararle una especie de discurso. Una lista de argumentos para que se los explique al matón y le convenza de que no ganará nada maltratando a su compañero de clase.
No os preocupéis por mi hijo. Todo esto es ficción. O casi.
A UCRANIA LE ESTÁN HACIENDO BULLYING.
