lunes, 13 de noviembre de 2017

El adoctrinamiento en las escuelas.

Hace unos días, el PP inició una campaña en la que denunciaba  el adoctrinamiento de los niños en las escuelas catalanas. Inmediatamente los altavoces independentistas llenaron las redes sociales de niños disfrazados de guardiaciviles, toreros  o legionarios. Mi primera reacción fue pensar que no es lo mismo que unos padres eduquen a sus hijos con un determinado sesgo a que lo haga la escuela. Da la casualidad que hace poco leí La Isla de Robinson, una novela de Arturo Uslar Pietri en la que se narran los últimos años de Simón Rodríguez, el que fue maestro de Simón Bolívar. Este pedagogo dedicó sus últimos esfuerzos a crear una escuela que creara "hombres para la república americana". Simón Rodríguez estaba convencido de que sin una educación en valores, la naciente república fracasaría. El objetivo de la escuela debe ser ése: educar en valores. ¿Y qué diferencia hay entre educar en valores y adoctrinar? La respuesta me la dio una amiga vegetariana que se enfadó porque en la escuela de su hijo habían decidido dar a los niños cada día un vaso de leche para merendar. Adoctrinar es educar en valores que yo no comparto.
Así que a la pregunta de si la escuela catalana adoctrina, mi respuesta es: Sí, claro, como todas. Por eso algunos estados, como Alemania, se reservan en la constitución el control de la enseñanza.

sábado, 14 de octubre de 2017

Esa peligrosa ingenuidad.

Ante un gobierno que ya ha dado un aviso de cuan brutal puede ser, el independentismo sigue usando el arma más peligrosa que existe: la ingenuidad. Lo malo de esta arma es que es peligrosa para el que la usa, no para su enemigo.
Una pequeña muestra.
Después de la deslocalización del domicilio social de numerosas sociedades, en Facebook, Twitter y Whatsapp me aparece una noticia publicada por El Punt Avui en la que informa de que Financial Times desmiente la fuga de empresas.
Aquí tenéis la noticia.
Y aquí un pequeño detalle que todos los que la comparten parecen haber pasado por alto:
La noticia es de hace un año. Es probable que la información usada esté algo desactualizada.

sábado, 16 de septiembre de 2017

El manipulador que denuncia la manipulación

Los independentistas hacen correr por las redes una carta anónima de un "Español indignado" en el que se denuncia la manipulación que los medios españoles han hecho de las declaraciones de Jean Claude Juncker. El "Español Indignado" dice que a él no le han podido engañar los medios españoles porque es bilingüe español - inglés. Lástima que las declaraciones de Juncker sean en francés.

sábado, 2 de septiembre de 2017

¿Más justicieros y menos justos?

Antes de empezar. Las líneas que vienen detrás no pretenden calificar ni para bien ni para mal la actuación de los mossos. Solo estoy hablando de la reacción de la sociedad.
En todo el debate contaminado sobre la actuación de los mossos d'esquadra se ha hablado muy poco sobre la muerte de los terroristas. ¿Alguien se imagina a un imán lamentando en público la muerte de los terroristas? ¿Alguien se imagina manifestaciones para protestar por esas muertes? Pues hace 26 años esas cosas pasaban. También recuerdo otras reacciones más tibias en las que, sin llegar al homenaje a los caídos, se cuestionaba la acción de las fuerzas de seguridad que quizás podían haber neutralizado a los terroristas armados sin necesidad de abatirlos.
¿Qué ha cambiado?
Se me ocurren tres razones. Ninguna de las tres lo explica todo, pero creo que las tres juntas sí que se acercan a la realidad.

Los muertos no son nuestros muertos.
En 1991, buena parte de la sociedad vasca (leed Patria, de Fernado Aramburu) consideraba a los etarras como "sus chicos".

Los que han matado son nuestros policías.
Para buena parte la opinión pública de 1991, Policía Nacional y Guardia Civil todavía arrastraba el sambenito de tener herencia franquista. El GAL había ayudado significativamente a mantener esta opinión. Para la sociedad catalana, los mossos d'esquadra son su policía, una policía nacida en democracia y sin mochilas de antecedentes dictatoriales. La CUP ha denunciado alguna vez algunos excesos, pero no ha encontrado mucho eco en el conjunto de la sociedad. Los nacionalistas españoles más ultramontanos  han dudado alguna vez de su capacidad, pero no se han quejado nunca de ninguna extralimitación.

Estos dos argumentos explican que parte de la sociedad que lamentaba la muerte de los etarras no lamente la de los yihadistas, pero no explica la unanimidad actual. Los pocos "peros" que he leído al abatimiento de los terroristas van en la línea de la utilidad para la lucha contra el terrorismo de capturarlos vivos, ninguno se cuestiona la violación del derecho a la vida. Así llego a la tercera conclusión.

Nos hemos vuelto más justicieros. La vida humana ya no nos parece un valor sagrado. La mayoría de la población todavía no está a favor de la pena de muerte, pero ya no nos parece tan mal la muerte como castigo: "se lo tenían merecido". Ningún político se atreve a contradecir este cambio demoscópico. Ni siquiera la CUP, la única que ha criticado alguna vez la brutalidad policial, ha abierto la boca esta vez. Saben que mucha de la gente que los mira con simpatía por ser los genuinos antisistemas les daría la espalda si acusaran de asesinato a los mossos.

He empezando diciendo que no iba a hablar de la actuación de los mossos. Quiero acabar diciendo que estoy reflexionando sobre la evolución de la sociedad, no la estoy juzgando. Yo también he sentido cierta alegría cuando he sabido que habían caído los yihadistas y solo sentí alivio cuando cayeron los etarras.

lunes, 28 de agosto de 2017

¿Qué hacías cuando se hundió el Cason?.

Andaba de turista por Finisterre y vi este pedazo de ancla. Nos hicimos unas fotos con ella y un lugareño, socarrón, nos dijo:
- Vayan con cuidado con ese ancla, que es radioactiva.
- ¿Qué?
- Ésa es el ancla del Cason.
No sabíamos de qué hablaba y nos resumió la historia. En diciembre de 1987, el carguero Cason embarrancó en la costa de Finisterre y de desató el caos. Ante la falta de información clara sobre la carga del buque, se desataron las especulaciones: material tóxico, material radioactivo... Las autoridades respondieron al pánico evacuando la comarca entera, y aumentando el pánico, claro
Mientras el señor nos iba explicando, yo no salía de mi sorpresa. Recuerdo el Prestige, recuerdo el "Mar Egeo", pero no recordaba nada del Cason y de lo que el señor nos estaba contando. En el momento del naufragio, yo tenía 21 años. Seguro que me enteré, pero lo he olvidado completamente.
He rastreado por internet y me ha servido para hacerme una idea de lo que pasó, pero no me ha saltado ningún chispazo de aquéllos que te hacen recordar algo que creías olvidado.
¿Tú recuerdas algo? ¿Me estoy haciendo mayor?

P.D.
Internet tiene mucha documentación al respecto. Adjunto dos vídeos de Youtube que me han parecido especialmente interesantes,





sábado, 26 de agosto de 2017

Una manifestación inútil (en cierto sentido).

Las manifestaciones se convocan para hacer público nuestro descontento a alguien cuando percibimos que no existen otras vías o que estas son inútiles. Por este motivo, los destinatarios de las manifestaciones acostumbran a ser gobiernos que tienen blindada su mayoría parlamentaria. En estos casos, lo que estamos diciendo es "no haces caso de la oposición, pero estás equivocado".
Las manifestaciones contra el terrorismo o el golpismo son, en este sentido, atípicas. No se convocan contra el gobierno, sino por el gobierno. Sirven para muchas cosas: nos hacen sentirnos fuertes después de que un atentado nos haya mostrado débiles, nos hacen sentirnos acompañados, son como la marca del final del duelo y le muestran al destinatario de la manifestación (el terrorista, el golpista) que no nos representa y que no podrá con nosotros. Los golpistas del 23F y los etarras se veían a sí mismos como la vanguardia de una nación que los acabaría siguiendo. Las multitudinarias manifestaciones contra ellos les decían que no eran la vanguardia de nada. No sé si cumplieron su objetivo, pero alguna duda seguro que sembraron.
Las manifestaciones contra el terrorismo islamista sirven para sentirnos mejor, más fuertes, más acompañados. Pero no sirven para decirle al destinatario que está equivocado. Le estamos diciendo que nuestra sociedad está en su contra, pero eso él ya lo sabe, de hecho, él decidió antes que tú que estabas en su contra..

lunes, 17 de julio de 2017

La votación definitiva.

El 1-O se celebrará un 9-N bis.
La Generalitat pondrá urnas, pero no las pondrá en todos los sitios. Mucha gente se quedará sin votar, algunos porque no podrán, otros muchos porque no querrán. El no-referéndum lo ganará de calle el Sí, porque solo los del Sí lo considerarán un referéndum. Quizá declaren algo parecido a la independencia, pero el TC dirá que esa declaración es ilegal e inútil. Y entonces la Generalitat hará lo que puede hacer sin que el gobierno central pueda evitarlo ni obstaculizarlo: convocar elecciones autonómicas. Estas elecciones serán las definitivas, si las ganan los independentistas claramente, la independencia será imparable. Si las ganan los constitucionalistas claramente, la independencia se aplazará por una o dos generaciones como mínimo. Si se repite la composición actual del Parlament, la independencia se aplazará por un par de legislaturas.
La pelea está ahora en ganar esas elecciones. Y la victoria en esas elecciones (como en todas) depende de captar a los que pueden cambiar de opinión, no en convencer aún más a los ya convencidos. Para hacer cambiar de opinión, se utilizarán tres sentimientos básicos: la ira, el miedo y la ilusión.
¿Contra quién dirigirán su ira los decepcionados por el aplazamiento de la independencia? ¿Contra los cobardes de JxSí y no votarán?  ¿Contra los fascistas del PP?
Las gentes "de orden" independentistas. ¿Mantendrán la ilusión tras un nuevo aplazamiento? ¿Se asustarán ante una independencia que no saldrá gratis? ¿Redoblarán su enojo con el centralismo que no les deja votar?
¿Con qué nacionalistas estarán más enfadados los votantes de izquierda que ahora rondan a los comunes?
¿Esos votantes de partidos centralistas en las generales que no votan en las autonómicas se asustarán ante una independencia posible e irán a votar? ¿O se ilusionarán ante la posibilidad de el primer gobierno sin nacionalistas catalanes?
En ese delicado equilibrio de moverán todos los actores. Tendrán que calcular cuántos votantes, cuántos pierden y cuántos recuperan de la abstención para el contrario con cada decisión.