sábado, 14 de diciembre de 2024

El dinero gastado en prevención es un despilfarro.

Muchos desarrollos informáticos del siglo pasado tenían un error provocado por el cortoplacismo: usaban solo seis cifras para guardar las fechas. Es decir, guardábamos solo las dos últimas cifras del año. Siempre he oído decir que la culpa era de los informáticos, que nos queríamos ahorrar uno o dos bytes en cada fecha.. Recuerdo, sin embargo, que algún  usuario me recriminó obligarle a poner las cuatro cifras "cuando todos los años empiezan por diecinueve".

Todos sabíamos que el error estaba ahí. En algún momento, los ordenadores dirían que mañana sería anterior a hoy y provocarían el caos. Digo "en algún momento" porque, aunque el día se conocía con precisión, el treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y nueve; sus efectos se notarían antes. A veces, no le pedimos al ordenador qué día es mañana, sino bastante tiempo después. Los que hemos firmado alguna hipoteca lo sabemos. En un ejercicio de procrastinación mundial, fuimos aplazando las solución. Crecer con series como Espacio 1999 o películas como 2001, una Odisea Espacial ("primero fue la novela", "¿has leído lo novela?", "no", "¿has visto la película?", "sí", "pues calla") nos hacía creer que el plazo era muy largo.

A principios de los noventa, la humanidad despertó y el efecto 2000 seguía ahí. Los nuevos desarrollos ya se hacían dedicando cuatro cifras al año. Pero seguíamos usando viejos desarrollos con fechas de seis cifras. ¿Cuántos? No lo sabíamos con certeza. Pero la banca, que era uno de los sectores que antes se habían informatizado, probablemente usaba muchos desarrollos que estaban a punto de quedarse obsoletos. ¿Recordáis la fórmula C * r * t? La banca la usa para casi todo: cobrarte los intereses de un préstamo, pagarte una imposición a plazo, cobrarte el fraccionamiento de un pago con la tarjeta... La usa ahora y la usaba el primer día que hizo una liquidación por ordenador. Imaginaos qué pasaría el día que t tendría que valer un mes y el ordenado calculase que t valía menos un siglo. Los bancos pagarían un importe mil ciento noventa y nueve veces superior al que debían haber cobrado.

Come he dicho antes, la humanidad despertó. Se inició una campaña de concienciación más que de información para que la gente supiera que debíamos dedicar un esfuerzo considerable a que todo siguiera igual. Como lo de calcular mal la cuota de un préstamo no parecía suficientemente llamativo, nos hablaron de aviones que podían caerse o ascensores que dejaban encerrados a sus ocupante. Vuelvo a las referencias audiovisuales. Para la generación que vio la saga Aeropuerto o La Cabina, esos dos supuestos nos parecían aterradores. Y nos pusimos a buscar errores y solucionarlos. Solucionarlos era sencillo, pero buscarlos no tanto. Nunca tuvimos la certeza de haberlos encontrado todos. 

Yo revisé un montón de programas. Casi todos funcionaban bien. Pero tuve que corregir algunos. Supongo que lo mismo pasó en todas partes. Dedicamos muchas horas, hicimos bien el trabajo y se evitaron muchos problemas. Quizás, nos habría costado menos no buscar errores preventivamente y arreglarlos a medida que apareciesen sus efectos. Per no lo creo.

Pues aún hoy en día, de vez en cuando oigo a algún cuñado hablando de la estafa del efecto 2000. "Nos metieron mucho miedo y al final no pasó nada". Me temo que, como sociedad, necesitamos que una catástrofe provoque algunos daños. Si nos gastamos cien millones en prevenir un suceso y, en vez de morir cien personas, mueren diez; pensaremos que los cien millones están bien invertidos y que son pocos. Pero si nos gastamos doscientos y conseguimos que no muera nadie, no seremos conscientes  del daño evitado y el gasto nos parecerá un despilfarro.





sábado, 26 de octubre de 2024

El centralismo.

 

Entre Burgos y A Coruña hay un tren diario. 

Entre Burgos y León, uno, el que va a A Coruña. 

Entre Burgos y Bilbao, dos.

Entre Burgos e Irún, cinco.

Entre Burgos y Barcelona, la web de renfe.es dice que hay dos. En realidad, sólo hay uno, porque el que viene de Salamanca y el que viene de Vigo se unen. 

Entre Burgos y Valencia, uno.

Entre Burgos y Salamanca, uno.

Entre Burgos y Madrid, diez.

Parece evidente que Burgos está mal comunicada con la mitad norte peninsular y, especialmente, con su comunidad autónoma. Es normal que se reclamen mejoras. De hecho, hay una plataforma, Tren Directo Ya, que exige mejorar las comunicaciones con... Madrid.

Como demostración del centralismo ferroviario,  no me parece mal.



jueves, 29 de agosto de 2024

Yo no voy al trabajo a hacer amigos.

Yo no voy al trabajo a hacer amigos, ni a realizarme como persona, ni a aportar mi talento a la sociedad. Voy a ganar los dineros que necesito para gastarlo con los amigos, mantener a mi persona y que la sociedad me dé aquello que yo solo no puedo conseguir.

Sin embargo, ya que tenemos que dedicarle cuarenta horas semanales, todo será más agradable si en el trabajo encuentras amigos, las tareas resultan estimulantes y puedes presumir algo de lo que aportas a la sociedad.

Cuando trabajaba en Caixa Manresa hice algunos amigos. Con algunos, he mantenido el contacto. Con otros, prácticamente lo he perdido. Por ejemplo, cuando todavía trabajábamos allí o en Catalunya Caixa, hace más de ocho años, en cualquier caso; uno de estos amigos a los que había perdido de vista me compró unos vasos del Athletic Club. No había encontrado oportunidad para dármelos. Hasta la semana pasada. Lo encontré, los llevaba en el coche y, por fin, me los dio.

Yo no voy al trabajo a hacer amigos, pero me alegro mucho de haber hecho algunos.



domingo, 4 de febrero de 2024

Las matemáticas y el contexto.

 Hoy, mi hijo me ha planteado una dicotomía. ¿Qué prefieres?

A. Un millón de euros.

B. Un sorteo a cara o cruz en el que te den cien millones de euros o nada.

Yo he escogido la A, aunque cualquier matemático te dirá que la mejor opción es la B. 

Si las alternativas fuesen 

A. 10.000 euros.

B. Un sorteo a cara o cruz en el que te den un millón de euros o nada.

Yo también escogería la B.

100 * 1/2 X no siempre es mejor que X.



lunes, 15 de enero de 2024

El innecesario alarmismo de los ecologistas.

Continuamente nos están llegando alarmas sobre los desequilibrios ecológicos del planeta: el calentamiento global, los microplásticos, las elevadas concentraciones de CO2 y NO2 en el aire, la falta de agua dulce libre de contaminación. Sinceramente,  me parecen exageradas. El planeta ya ha pasado por diferentes catástrofes ambientales y la biodiversidad siempre se ha recuperado. Quizás el conjunto de estos factores lleguen a un punto que hagan desaparecer unas cuantas especies. Quizás una de estas especies sea la nuestra. Pero también los dinosaurios desaparecieron sin que nadie les eche de menos, como nadie nos echará de menos a nosotros.