Como informático, he participado en dos proyectos de migración de cierta envergadura. Si algo he aprendido en estos trabajos es que migrar el presente es fácil, que lo difícil es migrar el pasado. Aquel movimiento que reflejaba que al cliente le habían regalado una sartén, o aquél que se manipuló para corregir un error, o aquél otro al que le falta una información porque el reglamento que exige recoger ese dato entró en vigor después... Dedicas muchos más esfuerzos al tratamiento de movimientos raros que a los movimientos normales. Tienes que analizar el contexto en que se produjeron para que su migración no distorsione la realidad y para que sean inteligibles.
Con la memoria histórica pasa algo parecido. Si nos empeñamos en ver los acontecimientos del pasado sin adaptar nuestra mirada al contexto en que tuvieron lugar, no entenderemos nada. En las democracias helenas existía la esclavitud, En el medievo, la gente se casaba a los catorce, pero palmaba a los treinta.
viernes, 15 de abril de 2016
miércoles, 6 de abril de 2016
La importancia del operario final.
Creo que era Romanones el que decía "Hagan ustedes las leyes y déjenme a mí los reglamentos". Esta frase es la versión cínica de una gran verdad. Cualquier proyecto, por más detallado que esté su desarrollo, al final dependerá del trabajo del operario final que podrá ajustarlo a las necesidades (si lo hace bien), estropearlo (si lo hace mal) o adaptarlo a las necesidades del ejecutor (si el operario es de la escuela de Romanones).
En la foto que acompaña este texto se puede ver un sanitario portátil diseñado para que sea accesible. La anchura de la cabina, la barandilla para agarrarse, la rampa para acceder a su interior... Y va el tío que lo instala y lo hace justo sobre un escalón para arruinar todo el trabajo del diseñador.
En la foto que acompaña este texto se puede ver un sanitario portátil diseñado para que sea accesible. La anchura de la cabina, la barandilla para agarrarse, la rampa para acceder a su interior... Y va el tío que lo instala y lo hace justo sobre un escalón para arruinar todo el trabajo del diseñador.
miércoles, 23 de marzo de 2016
Hay muertos y muertos.
Esta vez han aparecido menos banderas belgas por las redes sociales y también han aparecido menos pepitogrillos afeándonos que nos duelan más las muertes de occidentales que las muertes de sirios o nigerianos. Ya hablé sobre la diferencia entre las muertes, cuando unas muertes nos resultan más cercanas que otras, en noviembre. Hoy quería hablar de una diferencia más sutil. ¿Te parecen más cercanos los asesinados en el aeropuerto o los asesinados en el metro? Yo viajo más veces en metro que en avión, por lo tanto... Sin embargo, me da la impresión de que se habla mucho más del aeropuerto que del metro de Bruselas, aunque las tres bombas pertenezcan a la misma cadena de atentados, aunque haya muerto más gente en el metro que en el aeropuerto.
Como no me fío de mis intuiciones he hecho dos búsquedas en google: (atentados, Bruselas, aeropuerto) y (atentados Bruselas, metro). La primera me ha dado 521.000 resultados, la segunda 360.000. Como prueba científica, no sirve, pero para confirmar que mis sensaciones sí.
¿Por qué nos importan más los muertos del aeropuerto?
Como no me fío de mis intuiciones he hecho dos búsquedas en google: (atentados, Bruselas, aeropuerto) y (atentados Bruselas, metro). La primera me ha dado 521.000 resultados, la segunda 360.000. Como prueba científica, no sirve, pero para confirmar que mis sensaciones sí.
¿Por qué nos importan más los muertos del aeropuerto?
martes, 22 de marzo de 2016
Una situación incómoda.
La vergonzosa actitud de algunos hinchas del PSV en la Plaza Mayor de Madrid me recordó una situación que viví hace cuatro años.
Había corrido la media maratón Roma - Ostia y subí al tren que me tenía que devolver a Roma. Los vagones iban llenos de atletas cargados con las bolsas que dan al finalizar las carreras: folletos, alguna crema milagrosa, galletas y, aquel día, un tetrabrik con un cuarto de litro de leche.
En una de las primeras paradas, por el otro extremo del vagón, subió una mujer que parecía, por la indumentaria y las facciones, rumana y gitana. Empezó a pedir limosna. Darle la comida que llevábamos en las bolsas parecía una buena idea. Cuando llegó hacia la mitad del vagón, iba tan cargada de paquetes de leche que no sabía dónde ponerlos ni parecía tener fuerzas para acarrearlos. A partir de ese momento, la solidaridad se convirtió en burla, o eso me pareció a mí. Mucha gente continuaba cargando a la mendiga y ella seguía recogiendo la leche y guardándola en lugares cada vez más inverosímiles. Cada vez que se le caía un paquete, se oían algunas carcajadas. No me atreví a plantar cara a los burlones. No sabía quién daba la leche por altruismo y quién lo hacía para burlarse, no sé italiano y, sobretodo, soy un cobarde, siempre lo he sido.
Así que cuando la mendiga llegó a mi altura, la ignoré y miré por la ventanilla incómodo por no saber cuál era la actitud correcta.
Había corrido la media maratón Roma - Ostia y subí al tren que me tenía que devolver a Roma. Los vagones iban llenos de atletas cargados con las bolsas que dan al finalizar las carreras: folletos, alguna crema milagrosa, galletas y, aquel día, un tetrabrik con un cuarto de litro de leche.
En una de las primeras paradas, por el otro extremo del vagón, subió una mujer que parecía, por la indumentaria y las facciones, rumana y gitana. Empezó a pedir limosna. Darle la comida que llevábamos en las bolsas parecía una buena idea. Cuando llegó hacia la mitad del vagón, iba tan cargada de paquetes de leche que no sabía dónde ponerlos ni parecía tener fuerzas para acarrearlos. A partir de ese momento, la solidaridad se convirtió en burla, o eso me pareció a mí. Mucha gente continuaba cargando a la mendiga y ella seguía recogiendo la leche y guardándola en lugares cada vez más inverosímiles. Cada vez que se le caía un paquete, se oían algunas carcajadas. No me atreví a plantar cara a los burlones. No sabía quién daba la leche por altruismo y quién lo hacía para burlarse, no sé italiano y, sobretodo, soy un cobarde, siempre lo he sido.
Así que cuando la mendiga llegó a mi altura, la ignoré y miré por la ventanilla incómodo por no saber cuál era la actitud correcta.
lunes, 14 de marzo de 2016
¿Tenía sentido publicarlo?
Hace unos días leí una noticia en la que se decía que una mujer había denunciado a su expareja por agresión pero que la coartada del presunto agresor era irrefutable: estaba en prisión cuando supuestamente de produjeron los hechos.
No me gustó leer la noticia. ¿Tenía sentido publicarla? Los que intentan banalizar el problema de la violencia machista tienen un argumento más para crear la sensación de que hay muchas denuncias falsas. Da igual que las estadísticas digan que es ínfimo el porcentaje de denuncias de agresiones machistas que han resultado ser falsas. En nuestra memoria pesa tanto el titular de la que mintió en la denuncia como el de la estadística.
¿Tiene sentido vetar su publicación? Según el adagio, es noticia que un hombre muerda a un perro, no al revés. La denunciante mentirosa sería noticia justamente por lo infrecuente del caso. Es más, imponer la censura sobre la publicación de unos hechos contrastados me parece muy peligroso.
Buff, ¡qué complicado es todo! ¿Cómo consiguen los twiteros decidir sobre el bien y el mal en sólo 140 caracteres?
No me gustó leer la noticia. ¿Tenía sentido publicarla? Los que intentan banalizar el problema de la violencia machista tienen un argumento más para crear la sensación de que hay muchas denuncias falsas. Da igual que las estadísticas digan que es ínfimo el porcentaje de denuncias de agresiones machistas que han resultado ser falsas. En nuestra memoria pesa tanto el titular de la que mintió en la denuncia como el de la estadística.
¿Tiene sentido vetar su publicación? Según el adagio, es noticia que un hombre muerda a un perro, no al revés. La denunciante mentirosa sería noticia justamente por lo infrecuente del caso. Es más, imponer la censura sobre la publicación de unos hechos contrastados me parece muy peligroso.
Buff, ¡qué complicado es todo! ¿Cómo consiguen los twiteros decidir sobre el bien y el mal en sólo 140 caracteres?
viernes, 4 de marzo de 2016
Víctimas y verdugos.
Un minirelato de ficción.
En Mosul vivía un individuo que bebía alcohol y maltrataba a su mujer. Llegó el ISIS, lo descubrió y lo mató (por beber, que el maltrato a la mujer no les parece punible).
El individuo fue una víctima, pero no una buena persona.
Ser verdugo te convierte automáticamente en villano, pero ser víctima no te convierte en héroe.
En Mosul vivía un individuo que bebía alcohol y maltrataba a su mujer. Llegó el ISIS, lo descubrió y lo mató (por beber, que el maltrato a la mujer no les parece punible).
El individuo fue una víctima, pero no una buena persona.
Ser verdugo te convierte automáticamente en villano, pero ser víctima no te convierte en héroe.
lunes, 29 de febrero de 2016
No es lo mismo.
Cuando dos fenómenos aparecen juntos frecuentemente, tendemos a identificarlos. Por ejemplo, animalismo y ecologismo. La inmensa mayoría de los animalistas son ecologistas y viceversa, pero, en determinadas circunstancias, se hace evidente que la mejor alternativa en términos de ecología no lo es en términos de derechos de los animales. No seguiré por ahí, porque ya lo he hecho tres o cuatro veces y siempre he salido escaldado.
Hoy voy a hablar de dos conceptos que también acostumbran a ir asociados pero que tampoco son lo mismo: racismo e islamofobia. Los racistas consideran que no todas las etnias son moral e intelectualmente iguales y, bendita casualidad, la suya es la mejor en ambos aspectos. Si te pedimos que enumeres ejemplos de racistas seguro que te vienen a la cabeza el Frente Nacional francés, el Pegida alemán, Donald Trump o Plataforma per Catalunya. Si te pedimos que enumeres ejemplos de islamófobos, probablemente también aparecerán estos cuatro elementos. Sin embargo, la islamofobia es el miedo o el odio al islam, no a una etnia. Yo estoy convencido de no ser racista, pero no estoy seguro de no ser islamófobo o, por lo menos, no me atrevo a descartar totalmente tener algún comportamiento islamófobo.
Si digo que algo funciona mal en el catolicismo cuando se descubren tantos casos de pedofilia, nadie me acusará de racismo ni de incitar al odio contra la raza blanca. Sin embargo, si digo que algo funciona mal en el islamismo cuando se trata tan mal a las mujeres en los países en los que los musulmanes son mayoría, es probable que sea tachado de etnicista.
Hoy voy a hablar de dos conceptos que también acostumbran a ir asociados pero que tampoco son lo mismo: racismo e islamofobia. Los racistas consideran que no todas las etnias son moral e intelectualmente iguales y, bendita casualidad, la suya es la mejor en ambos aspectos. Si te pedimos que enumeres ejemplos de racistas seguro que te vienen a la cabeza el Frente Nacional francés, el Pegida alemán, Donald Trump o Plataforma per Catalunya. Si te pedimos que enumeres ejemplos de islamófobos, probablemente también aparecerán estos cuatro elementos. Sin embargo, la islamofobia es el miedo o el odio al islam, no a una etnia. Yo estoy convencido de no ser racista, pero no estoy seguro de no ser islamófobo o, por lo menos, no me atrevo a descartar totalmente tener algún comportamiento islamófobo.
Si digo que algo funciona mal en el catolicismo cuando se descubren tantos casos de pedofilia, nadie me acusará de racismo ni de incitar al odio contra la raza blanca. Sin embargo, si digo que algo funciona mal en el islamismo cuando se trata tan mal a las mujeres en los países en los que los musulmanes son mayoría, es probable que sea tachado de etnicista.
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