El palo para los líderes independentistas, que han repetido hasta la saciedad que todos los pasos que den hasta la independencia serán legales, ha sido morrocotudo. Necesitan proclamar la escrupulosa legalidad del proceso para convencer a las gentes de orden, ésas que votaban CiU, de que todo se hará como Dios manda.
Pero no es verdad. En algún momento tendrán que cometer una ilegalidad. En el mejor de los casos para los secesionistas, un día proclamarán la independencia contraviniendo claramente la constitución, el gobierno de España preferirá mirar para otro lado, como pasó con el Sahara, y la legalidad pasará a ser otra.En el mejor de los casos para los unionistas, la legislatura acabará sin que JxSí se haya atrevido a dar ese paso y la nueva composición de la cámara aplazará el proceso, como mínimo, cuatro año más.
Y en el peor caso para todos, la Generalitat proclamará la independencia cuando el Gobierno de Madrid todavía se vea suficientemente fuerte para combatir el delito con el "monopolio de la violencia".