miércoles, 23 de mayo de 2012

Deuda externa, deuda eterna.

Recupero un eslogan de hace algunos años. Tuvo cierto éxito entre los buenistas e ingenuos que compramos en tiendas de comercio justo, hacemos aportaciones a ONG de solidaridad internacional, y creemos que la aportación del 0'7% de nuestro PIB a proyectos solidarios es un acto a la vez de justicia y egoísta porque redundará, a la larga, en nuestro beneficio. Vamos, cuatro gatos. Queríamos que se perdonara la deuda impagable de los países del Tercer Mundo. Nos llamaban, eso, buenistas; también iluminados. Nos decían que teníamos pobres más cerca de los que preocuparnos, que dar dinero a los países pobres era arrojarlo a las redes de corrupción de esos países. Esto pasaba, como digo, hace algunos años. Cuando en este país atábamos los perros con longanizas, cuando estábamos a punto de superar a Francia como potencia económica mundial, cuando nuestro sistema financiero estaba en la Champions League.
Ahora habéis descubierto que teníamos razón, que la deuda externa de un país puede convertirse en eterna, que, aunque las élites de un país sean corruptas, los ciudadanos de ese país pueden necesitar y merecer la ayuda exterior.
Si algún día salimos de ésta, algunos volveremos a recordar que nuestra ayuda al Tercer Mundo es justa y necesaria. Espero que entonces seamos más.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Incoherencia.

Habían pasado dos meses y X todavía recordaba con rabia la mirada del camionero. Había acudido a protestar a la puerta de una granja en la que sabían que se maltrataba a los cerdos. Mientras estaban allí, salió un camión cargado de animales y el conductor les hizo un gesto obsceno. El camión se perdió en la carretera con rumbo a un matadero. Los matarifes trataron sin piedad alguna a los cerdos que ya habían tenido una vida deplorable. Destazaron a los animales, dedicaron las piezas más comerciales al consumo en fresco, la carne menos vistosa a embutidos y la casquería (ya nadie come casquería) la enviaron a la fábrica Z de comida para animales. Mientras seguía recordando al odiado camionero, X, luchadora por los derechos de los animales y vegana, abrió una bolsa de pienso Z y dio de comer a su perro.

lunes, 14 de mayo de 2012

El hombre invisible.

El protagonista de la novela es un malvado de tomo y lomo. Al acabar la novela, uno se queda con un par de dudas. ¿Qué vuelve más malvado al protagonista, el poder adquirido o el fracaso de no conseguir lo que esperaba con ese poder? ¿El poder corrompe al protagonista hasta hacerlo malvado o sólo desvela lo que ya existía en su interior y que se reprimía por cobardía?
Un par de preguntas que pueden extenderse a todo el género humano.

martes, 24 de abril de 2012

En defensa de los recortes sanitarios.

Vamos a ser claros. España tiene un problema a medio plazo, la crisis económica; y un problema a largo plazo,  la estructura demográfica. España es un país de viejos y,  si no ponemos remedio, será un país todavía más viejo. Durante el boom inmobiliario, parecía que se podía corregir gracias a la inmigración. Pero la crisis ha desvelado que no es así. La fuerza productiva que viene en tiempos de bonanza marcha en épocas de vacas flacas. El desmedido afán de Zapatero en proteger a todo el mundo con sus políticas de apoyo a los dependientes tiene un coste inadmisible para las arcas de España. Los recortes sanitarios no van a matar a nadie. Muchos pensionistas con escasos recursos se abstendrán de comprar medicamentos no imprescindibles para sus dolencias más leves. Esa disminución de la calidad de vida reducirá levemente la esperanza de vida. Al hacerlo masivamente, con una pequeña reducción de la duración de la vida, la pirámide de población rejuvenecerá y España se ahorrará muchos millones en pensiones. Decididamente, recortar en sanidad es una decisión muy acertada para España a corto y largo plazo.
Eso sí, para los españoles, los recortes son catastróficos. Una muestra más de los efectos nocivos de los patriotismos.

lunes, 23 de abril de 2012

Clandestino.

La novela empezó enganchándome. Un policía ligón, inteligente y cínico aunque amante de su trabajo. La vida le sonríe. Hasta que mueren asesinadas un par de personas queridas, o, por lo menos, apreciadas. En su afán por encontrar a los culpables, cae en lo más bajo. Éstos son los capítulos más interesantes de la novela. Los que te hacen pensar en los límites que tiene la policía para ser justa y los que tiene para ser eficaz. Son los capítulos que retratan mejor una época feroz de la democracia más antigua del mundo. Sin embargo, el empeño en conseguir un final medianamente feliz me ha estropeado un poco la lectura..

martes, 10 de abril de 2012

Religión y democracia.

Al final no hice huelga. Una de las razones que más me convencieron para mi decisión final me la dio un amigo, militante de un partido de izquierdas. "Si han ganado las elecciones, tienen derecho a aplicar sus medidas". Me pareció un razonamiento profundamente democrático y que yo debía compartir: debemos respetar la decisión de la mayoría. Puedes asumirlo si eres ateo. Sin embargo, cuando un creyente pierde unas elecciones, ¿puede aceptarlo con deportividad? ¿Cómo vas a supeditar la opinión de un dios a la opinión de unos humanos, por muchos que éstos sean?