viernes, 13 de noviembre de 2009

El derecho de la iglesia a excomulgar.

Creo que la semana pasada un club de golf amenazó a un socio con expulsarlo si volvía a presentarse en camiseta en el restaurante del club. A nadie, excepto al socio, le importó. ¿Por qué le damos tanta importancia a que un club privado como la iglesia dicte las normas para pertenecer a dicho club?
También me ha sorprendido la reacción de algunos de los miembros del club reclamando otra actitud de los dirigentes. Si no me gusta lo que hacen los dirigentes de mi club y yo no puedo hacer nada por elegirlos, mejor me voy a otro, o lo fundo, o me olvido de los clubs.
Para acabar, ¿por qué amenazan con expulsar a los que se quieren quedar y ponen tantas pegas a los que se quieren ir?

2 comentarios:

Anouska dijo...

Pues porque este mundo es un valle de lágrimas y hay que sufrir un poco para gozar después en la gloria eterna, así que no se pueden poner las cosas fáciles. Y además, hay que saber quién manda. ¿Qué es eso de yo salgo y yo entro cuando me da la gana? Ni hablar, sólo cuando lo dice el Papa y algún que otro obispo. Y chitón o excomulgado y a arder en el infierrrrnoooo! (Ay, qué calorcito!)

Mariano Puerta Len dijo...

Si hay que admirar a la iglesia es por su capacidad de subsistencia. Ningún estado, ni menos una empresa, ha logrado vivir tanto. De hecho, algunas empresas ya empiezan a copiarla, prometiendo a sus empleados un esplendoroso e inconcreto futuro a cambio de una entrega ciega en el presente.