lunes, 18 de octubre de 2010

La Pixarada, un río rebelde.

Manresa nació a orillas del Cardener, pero decidió ignorarlo. La ciudad ha crecido esquivando el río y los manresanos sólo lo cruzamos para enterrar a nuestros muertos y para ver o practicar deporte. En el camino de su crecimiento, se encontró con otro río más modesto, el Torrent de Sant Ignasi. Si a aquél lo ignoró, a éste lo humilló. Lo convirtió en cloaca y vertedero, le puso un nombre infamante y, para acabar, lo escondió debajo del asfalto. El torrente que quería ser río, por su parte, se rebeló siempre que pudo: inundó una fábrica en los 70, se negó a ser domesticado en la calle Sant Joan d'En Coll, encareció la urbanización de la Fàbrica Nova ayudando a la quiebra del proyecto, eternizó las obras que convirtieron su desembocadura en una rotonda más.

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