martes, 5 de abril de 2011

Una paradoja matemática.

Olvídense de la conjetura de Poincaré. Ríanse del teorema de Fermat. Acabo de descubrir una paradoja que resistirá a los matemáticos de los siglos venideros. Supongamos un número racional positivo al que se le suma una secuencia de números racionales positivos. ¿Se puede obtener un número negativo?  ¿No? ¿Seguro? Algunas entidades financieras,  Cajas de Ahorro para ser más exactos, han demostrado que nuestra suposición era errónea. Después de una sucesión ininterrumpida de años con beneficios han llegado a la ruina. Aún ahora, en los momentos de mayor crisis económica, todas las Cajas de Ahorros siguen declarando beneficios y, sin embargo muchas de ellas necesitan ayuda del Estado (otra gran paradoja, ésta histórica: el capitalismo reclamando la nacionalización de la banca).
Desde que Jordi Puig me enseñó en COU una compleja demostración para algo que parecía obvio, el teorema de Bolzano, me convencí de dos cosas, a) debo fiarme de mis intuiciones como punto de partida y b) debo dar a mis intuiciones un soporte formal para confirmar mis intuiciones.
Cuando algunas Cajas presentan una suma de números positivos que dan un resultado negativo, o el resultado negativo es falso o los sumandos positivos son falsos. Que algunas Cajas están en la ruina, me lo creo, el aprecio al sillón y al salario de alto directivo no les permitiría mentir en ese sentido.
Por lo tanto, algunos de los sumando son negativos. Algunas Cajas están mintiendo cuando dicen que tienen beneficios. Tienen un montón de inmuebles valorados a un precio que nadie está dispuesto a pagar. En una economía de mercado, el valor de un producto es el que están dispuestos a pagar los compradores, no el que quieren declarar en su balance los vendedores.
Llego ahora a la última paradoja, para la cual no tengo respuesta (aunque me la imagino). En una empresa normal, se intenta declarar los menores beneficios posibles para ahorrarse impuestos. ¿Por qué en las Cajas de Ahorros no?

4 comentarios:

Pako Giménez dijo...

¿Por que no?

Mariano Puerta Len dijo...

En una Caja de Ahorros, de momento, no hay accionistas. Los que toman decisiones son asalariados (muy bien asalariados). Buena parte de sus emolumentos depende de los beneficios. Es muy humano influir, cuando se puede, en el volumen de los emolumentos que vas a percibir.

Ramón Martín Cabeza dijo...

Yo creo que lo que demuestra tu exposición es que la contabilidad tiene poco de matemáticas.

Por otro lado, tu explicación de porqué las cajas presentan pseudobeneficios me parece demasiado trivial. Seguro que hay algo más. De hecho, ¿que pasaría si de golpe todas las cajas (y bancos, diría yo) explicasen sus verdaderas cuentas? No sé si el sistema lo resistiría.

Mariano Puerta Len dijo...

Como en el chiste de la burra, si dices la verdad sobre ella, no la podrás vender.
Tampoco sería buena la reacción de la competencia, si tú vendes a 10 lo que tu competidor pensaba vender a 15 le estás chafando el negocio.
Tampoco sería buena la reacción del gobierno, si declaras pérdidas, no puede cobrar impuestos.
Lo que a éstas alturas de la película ya me cuesta más creer es que los directivos piensen en la solidez del sistema después de la que han liado, cuando cualquier analista económico de barra de bar era capaz de decir hace tres o cuatro años: esto va a explotar.