sábado, 22 de diciembre de 2012

La metáfora de las participaciones preferentes.

Hace pocos años, la inmensa mayoría de los españoles  estaba convencida de que los pisos nunca bajan de precio y de que los bancos nunca pierden dinero. Hoy ya sabemos que no es así y que muchos que tomaron decisiones dando por ciertas esas premisas han perdido mucho dinero.
El negocio de las participaciones preferentes se sustentó sobre la segunda premisa. Los bancos ofrecían unos intereses más altos que los del plazo fijo porque esa inversión no era del todo segura, si el banco perdía dinero, el inversor perdería dinero. Pero, ¿dónde se había visto que un banco perdiese dinero? Pero resulta que sí, que los bancos (y las cajas) pueden perder dinero, mucho dinero. Y ahora todo el mundo se queja:

  • El pequeño inversor que compró preferentes que pagaban un 7% cuando el plazo fijo daba el 2% dice que le han engañado, a él no le movió la avaricia.
  • El empleado que vendió preferentes dice que lo hizo porque le presionaban desde arriba. No dice que, en muchos casos, la presión era una prima a la que no renunció entonces ni ha devuelto ahora.
  • Los medianos y altos directivos bancarios dicen que ellos cumplieron escrupulosamente la normativa. Quizá algún empleado interpretó mal las instrucciones (te explicaste muy mal, porque fueron muchos los empleados que parece que no entendieron) o quizá el regulador no cumplió su cometido (como en el fútbol, la culpa es del árbitro).
  • El ex regulador que dice que cuándo se fue lo dejó todo bien y que ya advirtió que lo que podía pasar.
  • El regulador que dice que todo lo dejó mal el anterior regulador.
  • El gobierno que no puede echar la culpa al regulador porque lo ha puesto él, no puede echar la culpa a los directivos de las casas porque también los puso él en muchos casos, que no puede decir que los inversores vivieron por encima de sus posibilidades porque ahorrar puede ser una decisión errónea, pero nunca un despilfarro; se agarra al clavo ardiendo de la Unión Europea para responsabilizarla  de la decisión de bajar el valor de las preferentes.
Y las preferentes son sólo un síntoma más del funcionamiento de un país en el que nadie tiene culpa de nada porque nadie se hace responsable de nada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mariano, soy Florentino Blasco.itochese
También hay clientes a cuyo padre le vendieron la moto, no por el tipo de interés, sino por la confianza en la entidad y cuando se enteraron se fueron a la caja a decir que que coño era lo que le habían vendido a su padre ya que el habiendo trabajado en informática de gestión durante veintitantos años, no entendía un carajo lo que ponía el contrato. Después de explicarle verbalmente el producto tal y como no se explica en dicho contrato y darle todo tipo de garantías, les dijo, no me interesa (ya que este si sabe lo del los duros a peseta, además completaba los test que repartían en el metro para ver si estaba capacitado para estudiar Cobol en la academia Nobel). La respuesta del responsable fue que ya se había firmado la suscripción y no se podía volver atrás. La moto se completaba con que eran emisiones solo para los mejores clientes, no decían que eran para los mas mayores y por ende mas incultos financieramente hablando. O sea que en ese comentario, el querer poner al mismo nivel a los corderos y a los lobos es cuanto menos una temeridad.

Mariano Puerta Len dijo...



Hola Florentino:

No pretendo poner al mismo nivel de responsabilidad a todos los participantes en este embrollo. El cuadro que he pintado es necesariamente simplista. El que vendió el producto tiene más responsabilidad que el que lo compró. Y no se puede juzgar de la misma manera al que lo vendió hace diez años creyendo de buena fe que los bancos "nunca pierden dinero" que al que lo vendió hace dos sabiendo que estaba estafando al cliente para poder salvar la inversión de un cliente "mejor". Ni se puede juzgar del mismo modo al cliente que recibió una información correcta y decidió ganar un poco más de dinero convencido de que los bancos nunca pierden dinero y el cliente al que le dijeron esto es como un plazo pero da un poco más. Entre los dos extremos, se darán todas las matices que quieras. De ahí para arriba, ya me cuesta encontrar disculpas. A los que diseñaron el producto y decidieron hacer una venta masiva de él se les puede acusar de estafadores. Yo soy más pesimista. Como Aleix Saló en su Simiocracia, creo que eran sencillamente incompetentes.

Joan Carles Llurdés i Coit dijo...

Mariano, com sempre no hi ha duros a quatre pessetes! Jo també he tingut preferents i subordinades, tot i que conscientment les vaig comprar a un tipus d'interès més alt que un termini fix, tot i que mai a un 7%. Era conscient del risc que suposava aquests dos productes, malgrat que senties a dir entre altres estalviadors que eren segurs i bla, bla, bla. Jo els rebatia que es llegissin la lletra petita però no em van fer gaire cas.
Quan vaig veure que la cosa anava d'un altre pal em vaig vendre la majoria i la resta les vaig canviar per un dipòsit a termini fix. Val a dir que en cap moment la Caixa (antiga Penedès) no em va posar cap inconvenient i he de reconèixer que van ser ells els que es van posar en contacte amb mi per fer aquesta "reconversió", fins i tot abans que sortís a la llum publica la polèmica de les preferents (de Bankia, Nova Caixa Galicia, Caixa Bank, etc).
I sí, tens raó, en aquest país la culpa és dels altres perquè no sabem mirar-nos el melic.
Salutacions.
Joan Carles