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jueves, 1 de agosto de 2013

Lecciones de la historia.

Entre 1640 y 1641, la debilitada monarquía española encarnada en Felipe IV afrontó las rebeliones de Portugal, Nápoles y Cataluña. (la "Guerra dels Segadors"). Las dos primeras se independizaron. La tercera, no. ¿Está hoy en día peor Cataluña que Portugal o Nápoles?
Supongo que en 2014 (año que será fecundo en emotivas conmemoraciones históricas) este dato será obviado por los partidarios de la independencia, especialmente por el partido cuyo máximo dirigente es un historiador.

domingo, 21 de octubre de 2012

El largo camino hacia la España federal

Hace treinta y tres años, el independentismo era una opción casi marginal en Cataluña. Buena parte de los independentistas votaba a favor del Estatuto de Autonomías, no por ser autonomistas, sino porque veían en él un mal menor y un paso hacia la independencia. En estos treinta años, los independentistas han hecho una gran labor pedagógica y han convencido a muchos autonomistas a ir algunos pasos más allá. No es desdeñable la ayuda que han recibido de los españolistas más acérrimos. Hoy en día, el independentismo es una opción con un gran predicamento, quizás hasta mayoritaria.
Ante el que el que deseo que sea próximo referéndum, mis amigos independentistas me enumeran, además de las bondades de la independencia  y las maldades de los españolistas, las escasas posibilidades de éxito de las propuestas federales. Tienen razón, federalistas sinceros somos cuatro y hoy en día una España federal es inviable. Sin embargo, los federalistas no debemos renunciar a nuestro anhelo y, como los independentistas de hace treinta y tres años, debemos votar las opciones que puedan conducirnos a nuestra Ítaca.

miércoles, 3 de octubre de 2012

OTAN, de entrada, ¿qué?

A la sucesión de hecatombes que, según los españolistas, amenazan a Cataluña si ésta accede a la independencia; los independentistas, imbuidos por el magisterio del mesías Francesc Pujols, fieles a la idea de que los catalanes lo tendrán todo pagado por el mero hecho de serlo; vaticinan una cola interminable de organismos internacionales que nos suplicarán nuestra adhesión. Las ligas inglesa y francesa se pelearán por incorporar al Barça (se han enterado de que la liga inglesa no quiere ni al Celtic de Glasgow). La Unión Europea acogerá a Cataluña y, en  caso de conflicto, expulsará a España. Los mercados internacionales nos prestarán dinero, porque nosotros sí que somos de fiar. Nos perdonarán la deuda anterior porque la hemos adquirido injustamente por culpa del expolio fiscal (éste es de los argumentos más humorísticos, ¿te imaginas un banco perdonando una deuda a un cliente porque le han despedido injustamente?). Todavía no he oído nada de la OEA ni de la OPEP, pero ya llegará.
Tampoco he oído a nadie hablar de la OTAN, y eso ya me sorprende más.Y a mí me parece importante saberlo. Este club no se caracteriza por ser muy estricto con las condiciones para ser miembro, es de suponer que, de desearlo, ahí sí que entraríamos con facilidad, dependería de nuestra soberana voluntad. Por lo tanto, lo que me digan los independentistas en en este caso sí que me lo creo. ¿Entraremos en la OTAN o no? En caso de entrar, ¿cuánto nos costaría montar un ejército homologable? En caso de quedarnos fuera, ¿qué peajes tendríamos que pagar? Alguno hay, ¿o no os acordáis del PSOE en el 82?

sábado, 22 de septiembre de 2012

La construcción de la conciencia nacional.

Hace unos días, mi hijo, de ocho años, me preguntó.
- ¿Es verdad que Cataluña es la segunda que han rescatado después de Valencia?.
- Sí.
- Entonces, ¿cómo quieren ser un país?.
- ¿Dónde te han explicado eso?
- En el pueblo del abuelo.
El pueblo del abuelo es un pueblo de la provincia de Burgos, y la formación en alta política se la habían dado dos niños de diez años. Supongo que es difícil que críos de 8 o 10 años accedan a información plural y tengan la capacidad de interpretar todos sus matices.
Más preocupante resulta que se queden en niveles tan básicos de raciocinio personas adultas y supuestamente formadas. Desde hace unos meses, circula por las redes sociales un enlace sobre la  tributación de Cataluña en el siglo XIX. Lo que me sorprende del caso, es que lo están haciendo circular los independentistas como prueba de que el "expolio fiscal" viene de largo. Cuando este documento, si prueba algo, es que la contumacia del nacionalismo catalán para manipular cifras hasta inventar agravios sí que viene de lejos. Crear un dato como la "tributación por kilómetro cuadrado" y compararlo es asumir que las piedras pagan impuestos y que la riqueza que puede generar una hectárea de los Monegros es similar a la que puede generar una hectárea de puerto de mar.
Intenté explicar a mi hijo que la Generalitat necesita urgentemente tanta pasta en parte porque se le han concedido competencias sin la financiación necesaria para esas competencias, que la inversión del Estado en Cataluña por habitante es inferior a la que hace en otras autonomías tan ricas como la catalana. Creo que son argumentos un poco complejos para un niño de ocho años.
Sin embargo, no debería ser complejo para un adulto con una mínima formación, entender que el desequilibrio fiscal que muestra el artículo en cuestión en la España decimonónica, es una prueba de que el pueblo explotado era, por ejemplo, el andaluz. La andaluza era una sociedad  con unos pocos ricos nobles (ricos que pagaban pocos impuestos) y una gran masa de jornaleros pobres, muy pobres, que pocos impuestos podían pagar.
Me temo que Xavier Sala i Martín pierde el tiempo con sus razonados artículos en favor de la independencia, la batalla será entre Monagos de uno y otro bando. Oriol Junqueras ya se ha dado cuenta y ha sustituido su discurso racional y complejo por uno más basado en Pocahontas.

viernes, 1 de junio de 2012

Contra el centralismo.

No quiero vivir en un país que no acepta la diversidad. Ni quiero vivir en un país monolingüe, No quiero vivir en un país centralista. No quiero vivir en un país en el que casi todas las inversiones se deciden en función de lo que le interesa a la capital. En definitiva, no quiero la independencia de Cataluña.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La consulta perfecta.

Tengo un amigo que es lector ocasional de este blog y que me llama demagogo con cierta frecuencia cuando debatimos sobre las relaciones entre Cataluña y España. Él me dice que lo más democrático es que nosotros podamos decidir qué queremos hacer y yo le digo que no tengo muy claro quiénes somos nosotros.
Para concretar mi duda, voy a hacer un ejercicio de imaginación. Supongamos que se convoca un referéndum para decidir si Cataluña forma parte de España o no, ¿cuáles deberían ser las reglas de dicho referéndum?
La primera regla importante es decidir qué mayoría se consideraría suficiente para que el resultado fuese vinculante. Sin embargo, la reflexión sobre esta regla me la voy a saltar. Los partidarios del mantenimiento del statu quo escogería una cifra muy restrictiva, por ejemplo dos tercios del censo electoral, mientras que los partidarios del cambio preferirían una cifra muy laxa, la mitad más uno de los votos válidos no en blanco emitidos. Se trataría sólo de una cuestión técnica.
La segunda regla importante es la que determinaría quién puede votar. ¿Todos los españoles? Supongo que los partidarios de la unidad de España escogerían esta opción, pero sería un referéndum de autodeterminación muy poco serio, ni siquiera el rey Mohamed de Marruecos se atrevería a proponerlo en el Sáhara. ¿Los habitantes de la actual comunidad autónoma de Cataluña? A mí me parece razonable, pero a los independentistas catalanes no se lo tendría que parecer. Si entienden que la nación catalana abarca las comunidades autónomas de Cataluña, Baleares, Valencia y la Cataluña Francesa; un referéndum de autodeterminación debería ser votado por los habitantes de todos estos territorios. Me temo, sin embargo, que en la situación actual, pocos independentistas se atreverían a proponer un referéndum global teniendo en cuenta  la anecdótica implantación del independentismo catalán fuera de las cuatro provincias.
La tercera regla importante es la que decide a quién obligaría el resultado del referéndum. En cierto modo, iría ligada a la regla anterior. Por ejemplo, si se decidiese que el ámbito electoral fuese el de los Països Catalans, el 100% de los votantes de las provincias de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona votase a favor de la independencia y el 90% de los votantes de las provincias de Castellón, Valencia y Alicante votasen en contra; la independencia ganaría el referéndum, pero parecería poco democrático obligar a los valencianos a unirse al nuevo estado. Parece, pues, sensato, escoger circunscripciones más pequeñas. Escoger las actuales comunidades autónomas me parecería, como ya he dicho antes, un poco farisáico por parte de los independentistas, que abrazarían una división territorial heredada del antiguo régimen. Escoger las provincias, invento español del siglo XIX, menos aún. A mí me parecería bien volver a las fuentes de la democracia, a la Grecia clásica, a la polis: que la circunscripción fuese el municipio. Para mí sería lo más democrático, aunque podría generar un estado geográficamente discontinuo.
En definitiva, no creo que haya una respuesta clara para la segunda y tercera regla, no creo que esté claro quiénes somos NOSOTROS.

martes, 30 de agosto de 2011

Las naciones (II).

Las naciones, como los idiomas, son unas construcciones colectivas y artificiales. Sin embargo, nos son imbuidas  desde la infancia de tal manera que llegan a parecernos unas construcciones naturales. Como el gallego del chiste, nos sorprendemos de que los franceses llamen fromage a algo que se ve claramente que es queso. Del mismo modo,  hay españoles que se sienten sinceramente sorprendidos de que existan catalanes o vascos que no quieren ser españole, o catalanes que creen  que si no deseas la independencia de Cataluña eres un ignorante o un traidor. Puedes escuchar a Mariano Rajoy decir que en un país normal sólo se puede hablar un idioma en sus parlamentos, como si Canadá o Suiza no fuesen países normales. O puedes escuchar a independentistas catalanes o vascos reclamar el derecho a la autodeterminación para Euskalherria o Els Països Catalans mientras se lo niegan a Navarra o Valencia.
Las naciones, como los idiomas, son hoy las que son. Se parecen, a veces más y a veces menos, a lo que fueron., y a lo que serán. Seria deseable que esta evolución fuese mucho más pacífica de lo que ha sido hasta ahora.

martes, 13 de julio de 2010

Problemas de pareja.

Un matrimonio amigo mío está pasando una época complicada en su relación. Hace cuatro años, ella le dejó bien claro que las cosas debían cambiar, que sentía que necesitaba menos control de su marido e intentó imponer una serie de condiciones. Él estuvo mucho tiempo dándole vueltas al asunto, unos cuatro años, consultó a gente de leyes y acabó diciendo que ella podía salir de vez en cuando con las amigas y poca cosa más, que el vínculo del matrimonio es sagrado y nadie lo puede romper. Ella se enfadó mucho y este sábado amenazó con pedir el divorcio.
Él tiene amigos bastante brutos que le aconsejan prohibir a su mujer usar el apellido de soltera e, incluso, que le pegue un par de tortas si se desmanda. Son bastante incoherentes, le dicen, a la vez que ella sola es incapaz de hacer nada, que vale muy poca cosa y que por nada del mundo la deje escapar. Otros amigos de él son más tolerantes, "hombre, si quiere hacer cosas sola, que las haga, mientras no se pase". Otros, son ingenuos, "¿pero qué quiere, si la tratas como a una reina?". Con lo que les molesta a las mujeres que preguntes qué les pasa cuando están enfadadas y demuestras no saber por qué.
Los consejeros de ella no son mucho mejores. La peor es la suegra, "ya te dije yo que con este tipo no ibas a ningún lado. Tú lo que tienes que hacer es echarlo de tu casa (aunque la paguen enrere los dos)". Mi amiga intenta razonar, pero no hay manera: todo lo que venga de la familia de él es el demonio. El domingo mi amigo estuvo especialmente ingenioso, su mujer le rio algunas gracias y la madre de ella le afeó la conducta llamándola traidora. Algunos incluso recuerdan algunas tortas que repartió la suegra a finales de los ochenta.
Mi amiga también tiene amigos ingenuos. Son los que le dicen que deje a su marido cuanto antes y empiece a disfrutar de la vida en soledad con los amigos comunes. Como si fuese fácil mantener los amigos comunes como cantó ella baila sola. Y, cómo no, mi amiga también tiene consejeros moderados, los que le dicen, "tienes derecho a ser feliz, él no puede obligar a quedarte", "pues me voy", "mujer, no te lo tomes todo al pie de la letra, ahora no es el momento, quizás más adelante".
Creo que mis amigos no van a ningún lado con los consejeros que tienen. Tengo miedo de que acaben tomando decisiones basadas en las premisas equivocadas: que alguien salte de manera extemporánea, que piensen sólo en lo caro que resulta divorciarse, que estiren demasiado la cuerda para demostrar al otro que es necesario y al final se le rompa la cuerda entre las manos.
No es bueno convivir con quien odias, pero tampoco es bueno dejarse llevar por un prqueño rifirafe.

lunes, 14 de diciembre de 2009

¿A quién le interesa que yo no vote?

El domingo se celebró en Cataluña un acto de ésos en los que la gente pone un papel en una urna para decir qué quiere. No me atreveré a llamarlo referéndum porque a mí no se me dio la oportunidad de votar, pero tampoco minimizaré su valor político, que va mucho más allá del legal. Vivo en un país en el que unas elecciones municipales sirvieron para pasar de una Monarquía a una República.
Andan algunos elementos de la prensa ninguneando la participación, alegando que la independencia de Cataluña "sólo" interesa a 200.000 personas de las 700.000 invitadas a votar. Curiosamente, son los mismos medios que cuentan a su manera los asistentes a una manifestación para llegar a la cifra de un millón (incluyendo niños y hasta el Papa de Roma) y titular en sus portadas que Zapatero debe escuchar el clamor de la calle. A mí, 200.000 personas votando a favor de la independencia de Cataluña, me parecen muchas; pero me parecen claramente insuficientes para decir que Cataluña quiere la independencia. Me hubiese gustado ir a votar, pero no me han dejado. No sé si en Manresa no había suficientes entusiastas para organizar la consulta o si decidieron no organizarla por temar a un resultado flojo.
Los partidarios de que Cataluña siga siendo parte de España no deberían temer a un referéndum, al contrario, deberían alentarlo. Dos o tres derrotas consecutivas de los independentistas quebequeses acabaron haciendo languidecer dicho movimiento.
Recuerdo una frase de un personaje de "Un jardín en Badalpur", la novela de Kenizé Mourad, decía algo así como que los micronacionalismos son fracasos de la democracia. Hablaba de Pakistán. Pero es perfectamente extrapolable a Cataluña (o el País Vasco). ¿Por qué el movimiento nacionalista es casi testimonial en las partes francesas de Cataluña y el País Vasco? Seguramente porque la democracia no ha fracasado durante tantas veces y de manera tan continuada en Francia como en España.
Los promotores de la consulta se han limitado a preguntar que opinan a los habitantes de bastantes municipios. ¿Dónde está el pecado?

martes, 15 de abril de 2008

2 de Mayo

Se acerca la celebración del bicentenario de la Guerra de la Independencia. Ahora que están de moda los ejercicios de "¿Qué hubiera pasado si...?, voy a hacer uno muy breve: ¿qué hubiera pasado si Francia hubiese ganado la guerra? Los nacionalismos periféricos en la península serían, como son hoy en Francia, anecdóticos. Claro que el español también sería un nacionalismo periférico. Sin duda, una victoria francesa hubiese sido funesta para España, pero ¿hubiese sido mala para los españoles?