martes, 21 de abril de 2015
Noticia alarmante desde un instituto de Barcelona.
Que un adolescente pierda el oremus y mate a un profesor es una catástrofe, pero, ¿cuántas veces ha pasado en los últimos diez años? Lo que de verdad me asusta de toda la información que ha dado la prensa estos días es que un profesor de 35 años todavía tenga que vivir a salto de mata de sustitución en sustitución. Porque eso pasa con mucha frecuencia y es un síntoma de la grave situación de nuestra sociedad.
¿Quién lo tiene que pagar?
En pocos días, me han llegado dos noticias que resultan reveladoras del estado del waterpolo. Por un lado, el Club Natación Sallent renunciaba a disputar las fases de ascenso a Segunda División. El equipo del Bages se había clasificado para las mismas tras la renuncia previa del Mataró B. Por otro, el Poble Nou, que milita en la máxima categoría, anunciaba la disolución del equipo absoluto para la próxima temporada. Las declaraciones de los deportistas de ambos clubes venían a ser las mismas. "Hemos entrenado duro, hemos competido bien, hemos hecho sacrificios económicos y al final no podemos disfrutar de lo que hemos ganado en la piscina". Las declaraciones de las directivas también eran las mismas: "no hay dinero".
Los aficionados también compartían razonamiento. Es una pena que, mientras algunos deportistas cobran sueldos de escándalo, otros, que se esfuerzan tanto o más, no puedan ni siquiera competir. Pues sí, es injusto, pero estamos en una economía de mercado. ¿Cuánta gente asiste a los partidos de waterpolo? Es más, ¿cuántas entradas pagan en un años los aficionados que van a ver waterpolo? ¿cuántas camisetas o bañadores de su club compran los aficionados al waterpolo? El waterpolo no genera dinero. Y si los aficionados al waterpolo somos pocos y pagamos poco para el mantenimiento de este deporte, no podemos esperar que otros paguen más. Si queremos que este deporte sobreviva, habrá que rascar por el lado de los costes.
P.D. Este artículo habla de waterpolo porque mis hijos juegan a waterpolo, pero podríamos sustituir waterpolo por cualquier otro deporte en España, con la excepción de tres o cuatro clubes de fútbol, y el artículo sería igualmente válido.
lunes, 13 de abril de 2015
Si no mides la magnitud correcta, da igual lo preciso que seas.
En un programa debatían sobre la conveniencia del AVE. Uno de los que defendían que la inversión en este medio de transporte es una ruina decía que España era el país con menos pasajeros por kilómetro construido. Han dividido el número de billetes vendidos por los kilómetro de red y se han quedado tan anchos.
Supongamos dos líneas de tren de 1000 km cada una. Supongamos que en la línea A sólo se vende un billete para hacer el recorrido de cabo a rabo. Supongamos que en la línea B se venden dos billetes para hacer dos recorridos de 100 km. Según el método usado, la línea B es más rentable, puesto que se venden el doble de billetes para la misma cantidad de kilómetros construidos. Sin embargo, para la línea A se han vendido billetes para recorrer 1000 km., mientras que para la línea B se han vendido billetes sólo para recorrer 200. ¿Qué línea te parece ahora más rentable? Efectivamente, si medimos una magnitud incorrecta las decisiones serán probablemente incorrectas.
Más de una vez, en mi trabajo me han hecho medir cosas que no servían para saber que decisión era la correcta, aunque sí servían para hacer creer que la decisión tomada era la correcta.
Supongamos dos líneas de tren de 1000 km cada una. Supongamos que en la línea A sólo se vende un billete para hacer el recorrido de cabo a rabo. Supongamos que en la línea B se venden dos billetes para hacer dos recorridos de 100 km. Según el método usado, la línea B es más rentable, puesto que se venden el doble de billetes para la misma cantidad de kilómetros construidos. Sin embargo, para la línea A se han vendido billetes para recorrer 1000 km., mientras que para la línea B se han vendido billetes sólo para recorrer 200. ¿Qué línea te parece ahora más rentable? Efectivamente, si medimos una magnitud incorrecta las decisiones serán probablemente incorrectas.
Más de una vez, en mi trabajo me han hecho medir cosas que no servían para saber que decisión era la correcta, aunque sí servían para hacer creer que la decisión tomada era la correcta.
viernes, 10 de abril de 2015
Lo que nos están ocultando.
Ciento cincuenta muertos. Un avión estrellado donde poca gente podía acceder. Una explicación inaudita. El caldo de cultivo idóneo para las teorías alternativas. Vale, de acuerdo, la duda sistemática es un gran motor del conocimiento. Tambiën vale, y también de acuerdo, verdades que hoy nos parecen incontestabbles como el heliocentrismo, estuvieron a punto de costarle el cuello a quien las manifestaba contra la verdad oficial, como le pasó a Copérnico. Y tambiën vale, y también de acuerdo en que fiarse de la neutralidad de un estudio científico pagado por quien vende un producto es una actitud demasiado ingenua. Pero hay quien lleva est escepticismo demasiado lejos. Por ejemplo, los que niegan la existencia de las cámarar de gas. Sí, ya sé, que me he pasado tres pueblos. No se puede comparar la negación del holocausto, que acostumbra a ir acompañada de agresiones racistas, a la oposición a las grandes industrias farmacéuticas, que no hace daño a nadie.O a casi nadie, porque algún niño ya ha muerto en Europa por culpa del escepticismo hacia las bondades de las vacunas.
lunes, 30 de marzo de 2015
Nos gusta enfadarnos.
Poco después de conocerse la reciente tragedia aérea, las redes sociales y los medios digitales entraban en ebullición denunciando una campaña de tweets repugnantes que menospreciaban e insultaban a los fallecidos. Al final, después de ver unas cuantas denuncias, veías que había dos colecciones de twetes: una formada por media docena de descerebrados que se quejaban por no poder ver Hombres, Mujeres y Viceversa y otra formada por una cifra similar de tarugos que celebraban que buena parte de los muertos fuesen catalanes. Creo que un tweet figuraba en las dos colecciones. Resultado: la estulticia malvada de una docena de impresentables se convertía en una gran campaña de odio gracias a la amplificación de la santa indignación.
sábado, 21 de marzo de 2015
¡Qué difícil es ser árbitro!
Ese empujón dentro del área. Si hubiese sido en el centro del campo, pitarían falta, seguro. Pero, pitar una cosa tan grave como un penalti por un empujoncito como ése... Los seguidores del empujador dirán que no es penalti. Los del empujado, que sí que lo es.
La justicia ordinaria tiene problemas parecidos, aunque los jueces tienen más tiempo para dictar sentencia que los árbitros. hace cuatro años, una muchedumbre rodeó el Parlament de Catalunya intentando impedir el acceso de los diputados. Por lo que vimos por la tele, calificar la presión que recibieron los parlamentarios como libertad de expresión me parece un eufemismo desafortunado.
Y llegó el juicio. El árbitro, perdón, el juez, decidió que meter en la cárcel a alguien por unos empujones era excesivo y decretó la absolución. Los partidarios de los empujados clamaron al cielo por la injusticia y se recurrió la sentencia (otra pequeña diferencia respecto al fútbol). El nuevo árbitro decidió que el empujón sí que era falta. Del mismo modo que el reglamento del fútbol dice que una falta dentro del área tiene mucho más castigo que una falta similar en el centro del campo, las leyes ordinarias dicen que dar una torta a un diputado tiene mucho más castigo que dársela a un perito agrónomo. Ahora los que claman al cielo son los partidarios de los empujadores.
Líbreme Dios de decidir quién tiene razón, ¡qué difícil es ser árbitro!
La justicia ordinaria tiene problemas parecidos, aunque los jueces tienen más tiempo para dictar sentencia que los árbitros. hace cuatro años, una muchedumbre rodeó el Parlament de Catalunya intentando impedir el acceso de los diputados. Por lo que vimos por la tele, calificar la presión que recibieron los parlamentarios como libertad de expresión me parece un eufemismo desafortunado.
Y llegó el juicio. El árbitro, perdón, el juez, decidió que meter en la cárcel a alguien por unos empujones era excesivo y decretó la absolución. Los partidarios de los empujados clamaron al cielo por la injusticia y se recurrió la sentencia (otra pequeña diferencia respecto al fútbol). El nuevo árbitro decidió que el empujón sí que era falta. Del mismo modo que el reglamento del fútbol dice que una falta dentro del área tiene mucho más castigo que una falta similar en el centro del campo, las leyes ordinarias dicen que dar una torta a un diputado tiene mucho más castigo que dársela a un perito agrónomo. Ahora los que claman al cielo son los partidarios de los empujadores.
Líbreme Dios de decidir quién tiene razón, ¡qué difícil es ser árbitro!
domingo, 15 de marzo de 2015
Competencias básicas.
Ayer, mi hijo de once años jugó un partido de baloncesto. Los rivales eran muy buenos: se pasaban la pelota por la esspalda, entre las piernas, hacían cambios de ritmo que superaban a los defensores, pases mirando hacia otro lado... Pero en dos ocasiones vi a rivales a les que se les había desatado una zapatilla acudir a sus padres para que se las ataran.
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