viernes, 8 de enero de 2010

Cienfuegos

Si acabé harto de Mikael Blomqvist y de su perfección, lo de Cienfuegos ya es el acabose. Un cabrero semisalvaje que resulta ser el compendio de todas las virtudes: fuerte, valiente, honrado, inteligente, guapo... y hasta con priapismo. El pobre hombre tiene que huir de los cuernos por él provocados y acaba de polizón en la Santa María rumbo a las Indias. Rodeado de estupidez, maldad y codicia, sólo su virtud resplandecerá. Como novela de aventuras, está bien, aunque me gusta más el estilo de Pérez-Reverte, por comparar a Vázquez-Figueroa con otro escritor de lectura fácil. Supongo que mi calvinismo lector me llevará a leer las cinco novelas siguientes, puesto que corren por casa. Como también acabaré leyendo La reina en el palacio de las corrientes de aire.

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