Cuando acaba "Cuatro días de enero". Te quedas con las ganas de saber qué le pasará a Miquel Mascarell cuando los nacionales entren en Barcelona. En "Siete días de julio" descubrimos que no le ha ido mal del todo: no le han fusilado. Es más, de forma sorprendente, le indultan y vuelve a Barcelona donde tendrá que resolver otro caso con muy pocas herramientas y acosado por la policía del régimen.
El retrato de la aterrorizada Barcelona de los cuarenta es muy bueno, pero la trama estrictamente policial resulta algo inverosímil: es muy difícil que un plan tan retorcido como el de los malos salga bien en tantos recovecos.
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