En los años 80, estuve a punto de aficionarme a las corridas de toros. El culpable fue Joaquín Vidal, Sus crónicas taurinas eran pequeñas joyas literarias. Al final se impuso la realidad a la literatura y, tras aburrirme delante de la televisión en unas cuantas corridas, decidí que eso de los toros era un tostón. Eso sí, seguí leyendo a Joaquín Vidal.
Este año he seguido una de las ediciones del Tour más aburridas que recuerdo. A pesar de eso, he disfrutado como siempre con los artículos de Carlos Arribas y Pedro Horrillo el El País. Ya sólo faltan 49 semanas para que La Grande Boucle me vuelva a pegar al televisor y a los artículos de estos dos artistas.
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