domingo, 4 de septiembre de 2016

Micronacionalismos.

Cuando, en la sabana africana, hace un montón de años, los primeros homínidos incorporaron la carroña a su dieta, se empezó a incubar el nacionalismo. Era más fácil cazar en grupo. Era más fácil conservar las presas en grupo. El siguiente paso fue definitivo: la invención de la tribu. La tribu nos permitió diferenciarnos a Nosotros de Ellos.
Para fortalecer la cohesión de la tribu, se usaron dos corolarios a la regla principal:
a) Nosotros somos mejores que Ellos.
b) Ellos nos perjudican a Nosotros.
De lo que se deduce que:
a) Saldrás perdiendo si te vas con Ellos.
b) Necesitamos que nos defiendas a Nosotros.
El tamaño de la tribu ha sido variable, desde las polis griegas a las vastas extensiones ocupadas por las diferentes religiones. Pero el tamaño estándar es el de la nación. En nombre de la nación, de la patria, nos han hecho combatir en guerras, competir en juegos olímpicos, celebrar canciones en Eurovisión. Siempre siguiendo la regla y los dos corolarios:
Nosotros no somos Ellos. Cuando la tribu es fuerte, se hace hincapié en que Nosotros somos mejores que Ellos. Cuando la tribu es débil, se hace hincapié en que Ellos nos perjudican a Nosotros.
A pesar de que el nacionalismo más evidente se genera en las naciones, por eso adopta ese nombre, es inherente a todas las agrupaciones humanas Véase, por ejemplo, el fútbol:
Los aficionados del FC Nosotros no somos los aficionados de FC Ellos.
El equipo del FC Nosotros es mejor que el equipo del FC Ellos.
El FC Ellos perjudica (árbitros mediante) al FC Nosotros.
En los pasados Juegos Olímpicos hemos asistido a una versión más sutil: las "naciones" formadas por los aficionados a un deporte.
Los aficionados a la halterofilia no somos los aficionados al tenis.
La natación tiene más mérito que el fútbol.
Ponen los partidos de tenis en ,la primera cadena y tenemos que ver la BTT por internet.


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