La primera opción es encargar esa tarea a los encargados, supervisores o como se llamen esos que mandan un poco más que el evaluado en cada organización.
Se trata de una solución injusta por subjetiva. Caerle simpático al evaluador es lo que lo que más puntúa.
La segunda opción es crear criterios objetivos y cuantificables.
Es una solución incompleta, es imposible abarcar y medir todos los factores que definen un buen trabajo. ¿Cómo mides el impacto de una ayuda a un compañero? Es además injusta. Si nos evalúan, tenemos derecho a saber con qué criterios nos evalúan.
La segunda opción bis es hacer públicos los criterios de evaluación. Es una solución que desvía a los empleados del buen servicio orientándolos hacia los parámetros que saben que se medirán. Y es una solución incompleta, porque no mide la satisfacción del cliente.
Para paliar esta última carencia, hemos llegado a la era de las encuestas. No puedes contratar un servicio o comprar un producto sin que te hagan una encuesta de satisfacción. Se ha sustituido la subjetividad del supervisor por la subjetividad del cliente. Y todas son inmediatas. La nube debe de estar llena de reseñas muy positivas de reparaciones que fallaron al cabo de un año y de reseñas muy negativas de magníficas reparaciones realizadas por personas que tarareaban canciones feas.
1 comentario:
Cómo lo vean tus jefes antes del lunes...🤭
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