jueves, 16 de septiembre de 2010
Dos mujeres en Praga
Cuando faltaban 20 páginas para acabar el libro, lo dejé en la mesilla de noche y me puse a dormir. Me parece un síntoma elocuente de cuánto me atraía la novela. Empieza bien, un conjunto de personajes que mienten sin maldad. Mienten para construirse una vida ficticia mejor que la real. Millás juega con los personajes y las palabras con la habilidad de siempre. Pero llega un momento en que la historia me aburre. Acabo con la sensación de que un cuento hubiese funcionado, pero que lo estiró demasiado para convertirlo en novela.
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