Airbnb está lanzando una agresiva y peculiar campaña de publicidad. La plataforma de alquiler turístico no es más que un intermediario, no produce nada. Es, además, un tipo de intermediario atípico, puesto que tanto sus proveedores como clientes son minoristas.
Las campañas publicitarias habituales van destinadas a captar clientes, compra mi producto. Los intermediarios con proveedores minoristas también hacen campañas para captar proveedores: empresas de reparto de comida captando restaurantes, Amazon convenciendo a pequeños productores que vendan con ellos, bancos captando los capital de pequeños ahorradores... Bueno, este ejemplo ha quedado un poco obsoleto.
Lo curioso de la campaña de Airbnb es que no pretende captar ni clientes ni proveedores. La gente parece encantada de alojarse en pisos de Airbnb y de alquilar sus pisos utilizando esa plataforma. El mensaje de los espots va destinado a los vecinos de los pisos alquilados. Quiere convencerles de que ellos también salen beneficiados.
He titulado que la solución para el conflicto entre Airbnb y la sociedad en la que opera es difícil. Entendiendo como solución una que no tenga una oposición frontal significativa de ninguno de los colectivos afectados. El principal problema es la heterogeneidad de los implicados. Además, ni siquiera son colectivos estancos y una misma persona puede tener visiones diferentes. Por ejemplo, yo me he alojado varias veces en pisos de de Airbnb. Me sentí mucho más cómodo en La Coruña en un piso con supermercados en la puerta que si me hubiese alojado en un hotel. Pero me sentiría molesto si en mi escalera se destinase un piso a alquiler turístico.
