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martes, 11 de diciembre de 2012

Lecciones de física.

Hay un tipo de personaje que me pone nervioso. No sé cómo llamarlos, pero sus partidarios los llaman pundonorosos. En el deporte tienen muchos adeptos: esos ciclistas que se retuercen sobre la bicicleta para ir a la misma velocidad que su contrincante, esos futbolistas que persiguen incansables el balón sin conseguir tocarlo jamás. En el deporte, sin embargo, no son dañinos. A fin de cuentas, se trata de un espectáculo y ellos dan espectáculo. Donde de verdad resultan perniciosos es en el entorno laboral. Esa gente que envía mil correos (con un montón de destinatarios), que realiza trescientos seguimientos en excel, que visita a cien compañeros, que ofrece su ayuda a cualquiera que se lo pide, que prolongan interminablemente su jornada; para que después nadie lea sus pesados correos, nadie entienda qué demonios está siguiendo, todos reciban como una molestia sus visitas, sus ayudas resulte inútiles y ningún proyecto avance un ápice con sus aportaciones realizadas a altas horas de la noche. Tienen fama de trabajadores, pero el trabajo es fuerza x desplazamiento y, aunque ellos dilapiden muchas fuerzas, acaban por no mover nada: su trabajo es nulo.