jueves, 28 de mayo de 2009

Las alegres aventuras de Robin Hood.

De vez en cuando, me gusta retroceder al final de la infancia y darme un chapuzón en los libros que han aficionado a la lectura a mucha gente. A veces, disfruto como el enano que era entonces. Otras, como ahora, el batacazo es morrocotudo ¡Lo que me ha costado leer el libro! No se lo recomendaré a mis hijos. Además, si lo hiciese, me denunciarían por maltrato a la infancia por incitarles a la misoginia, el racismo, la violencia y el alcoholismo.

lunes, 25 de mayo de 2009

¡Qué poco confían en su trabajo!

Veo los carteles que ha colgado el PSC para convencernos de que los votemos en las próximas elecciones europeas: Chirac, Aznar, Berlusconi, Bush hijo y Kasinski. A mí me daría vergüenza recurrir al trabajo mal hecho por rivales jubilados para poder justificar el mío actual.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Envidia de las democracias anglosajonas.

En Estados Unidos, Obama, del Partido Demócrata, propone un plan para combatir los gases con efecto invernadero y es apoyado por Schwarzenegger, del Partido Republicano.
En Gran Bretaña, el presidente de la Cámara de los Comunes dimite por un asunto poco ético pero legal.
¿Alguien se imagina algo así en España?

domingo, 17 de mayo de 2009

¿Cómo valoramos la belleza?

Conozco mujeres que están muy buenas y que son auténticas brujas. No encuentro contradicción en ello. ¿Por qué nos importa la ideología o la moral de pintores, arquitectos o compositores?

lunes, 11 de mayo de 2009

Un inicio interesante

Ayer recibí una llamada en el móvil.
- ¿Sí?
- ¿Sara?
- No, te equivocas.
Dos minutos después, volvió a sonar el móvil.
- ¿Sí?
- Uy, perdona,¿éste no es el 666666666?.
- No, ni se le parece.
No recordaba que tengo dos líneas y que la segunda, que no uso casi nunca, sí que se parecía al número por el que me preguntaban.
- Perdona.
- No pasa nada.
Volvió a sonar el móvil.
- ¿Sí?
- Perdona soy yo otra vez. Te aseguro que he recibido un mensaje desde este número.
- Te aseguro que yo no te he enviado nada.
Apagué el teléfono para no obligarle a gastar más dinero en llamadas infructuosas. Me pareció que el chaval empezaba a estar un poco desesperado.
Media hora después, volví a encender el teléfono y me encontré con siete llamadas perdidas del mismo número.
Mientras lo estaba consultando, me volvió a llamar. Recordé que tenía una segunda línea y le prometí que buscaría el número de la segunda línea.
Cinco minutos después, tras otra llamada, le pude confirmar que el número de mi segunda línea coincidía con el número al que llamaba, como no podía ser de otra forma. El chaval se estaba poniendo realmente nervioso.
Un rato más tarde, me volvió a llamar para decirme que se había equivocado en una cifra. Me quedé con las ganas de saber qué ponía en el dichoso mensaje para provocar tanto desasosiego por no encontrar a su remitente. Seguro que Paul Auster o Juan José Millás harían de esto una buena historia.

sábado, 9 de mayo de 2009

Memorias de una dama.

Es el tercer libro que leo de Santiago Roncagliolo, creo son todas las novelas que ha escrito. Esta novela me recuerda más a los artículos que publica en El País que a "Pudor" o a "Abril Rojo", supongo que por los toques de humor. Cuenta las peripecias de un escritor novel al que contratan como negro para escribir las memorias de una señora dominicana. Me he divertido mucho y ya estoy esperando el cuarto libro de Roncagliolo (bonito texto para una fajita si fuese seguido de una firma ilustre).
Cambiando un poco de tema, me estoy cansando un poco del ombliguismo de los escritores: la inmensa mayoría de novelas modernas tienen por protagonistas a escritores. Vale que es bueno escribir de lo que se conoce, pero Verne escribió grandes novelas de aventuras sin moverse de Francia.

martes, 5 de mayo de 2009

Todo Modo.

En unos Ejercicios Espirituales en los que participan importantes personalidades políticas y económicas, durante el rezo masivo del rosario, se produce un asesinato. El juez de instrucción, ayudado por un comisario y un pintor ateo con el que estudió de joven, intenta identificar al asesino. Parece un planteamiento de cajón para una novela policiaca. En realidad no lo es. Leonardo Sciascia aprovecha este esquema clásico para mostrar la lucha intelectual entre un ateo y el arma más peligrosa de la Iglesia: un cura inteligente y cínico.