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miércoles, 24 de septiembre de 2025

La dificultad de medir un buen trabajo.

Las empresas necesitan medir el rendimiento y la calidad del trabajo de sus empleados.
La primera opción es encargar esa tarea a los encargados, supervisores o como se llamen esos que mandan un poco más que el evaluado en cada organización. 
Se trata de una solución injusta por subjetiva. Caerle simpático al evaluador es lo que lo que más puntúa.
La segunda opción es crear criterios objetivos y cuantificables.
Es una solución incompleta, es imposible abarcar y medir todos los factores que definen un buen trabajo. ¿Cómo mides el impacto de una ayuda a un compañero? Es además injusta. Si nos evalúan, tenemos derecho a saber con qué criterios nos evalúan.
La segunda opción bis es hacer públicos los criterios de evaluación. Es una solución que desvía a los empleados del buen servicio orientándolos hacia los parámetros que saben que se medirán. Y es una solución incompleta,  porque no mide la satisfacción del cliente.
Para paliar esta última carencia, hemos llegado a la era de las encuestas. No puedes contratar un servicio o comprar un producto sin que te hagan una encuesta de satisfacción. Se ha sustituido la subjetividad del supervisor por la subjetividad del cliente. Y todas son inmediatas. La nube debe de estar llena de reseñas muy positivas de reparaciones que fallaron al cabo de un año y de reseñas muy negativas de magníficas reparaciones realizadas por personas que tarareaban canciones feas.



martes, 16 de junio de 2015

Supongo que no esperas literatura de la buena.

De manera recurrente, aparecen artículos de ilustres escritores que lamentan la baja calidad y la altísima cantidad de lo que se publica en la red. ¿Lo dirán por mí? Luego miro la cantidad de visitas que recibe mi blog y pienso que ya sería casualidad que una de esas pocas decenas de visitas fuese de alguien conocido. No lo dicen por mí, pero lo dicen por muchos de un nivel similar al mío.
Hoy iré a jugar a baloncesto, el domingo fui a una carrera atlética, la semana pasada jugué a fútbol. No me consta que LeBron James, Kenenisa Bekele o Leo Messi se hayan quejado del bajo nivel deportivo de los que inundamos pistas, caminos y campos. Y la diferencia entre James, Bekele, Messi y un servidor no es menor que la diferencia entre Modiano y Mariano.
Por lo tanto, seguiré jugando a baloncesto, corriendo, jugando a fútbol o escribiendo este blog mientras disfrute haciéndolo.