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jueves, 19 de mayo de 2016

Rehabilitación.

Año 2040. Luis Bárcenas, después de cumplir condena por los trapicheos para financiar al PP y su elevado tren de vida (no necesariamente en este orden), sale de prisión gritando a los cuatro vientos que no volverá a mangonear con el dinero ajeno. Cuando le preguntan por las cantidades sustraídas en los años locos de la burbuja inmobiliaria y los efectos en las arcas municipales, autonómicas y estatales, dice que entiende el dolor de los que vieron cómo se recortaba la sanidad y la enseñanza públicas. El entrevistador va más allá y le pregunta si condena aquel latrocinio. Bárcenas responde que se debería definir correctamente lo que es latrocinio y que si no se indaga en la raíz política del problema, nunca se podrá llegar a una solución. El extesorero del PP aprovecha para enviar su solidaridad con los presos políticos que siguen encarcelados: Rodrigo Rato, Rita Barberá... El presidente del Parlamento Gallego recibe con todos los honores a Luis Bárcenas.
¿Sigues pensando que la presencia del exsecuestrador Otegi en el Parlament fue una fiesta de la democracia?

domingo, 3 de enero de 2016

Creo que todavía falta algún capítulo.

Después de la magnífica escena del empate a 1515, que la legislatura acabe con el No a Mas del Consejo Político de la CUP me sabe a poco. Creo que a este vodevil todavía le falta algún capítulo. Aquí avanzo algunas apuestas:
1) En la CUP aparecen dos tránsfugas que votan a favor de Mas.
2) En Junts pel Sí ofrecen un candidato alternativo pero algunos tránsfugas del entorno de CDC  votan en contra.
3) Algunos diputados de PSC y/o Catalunya Sí Que Es Pot se abstienen permitiendo la investidura de Mas por mayoría simple.
En fin, que todavía hay partido.

sábado, 21 de marzo de 2015

¡Qué difícil es ser árbitro!

Ese empujón dentro del área. Si hubiese sido en el centro del campo, pitarían falta, seguro. Pero, pitar una cosa tan grave como un penalti por un empujoncito como ése... Los seguidores del empujador dirán que no es penalti. Los del empujado, que sí que lo es.
La justicia ordinaria tiene problemas parecidos, aunque los jueces tienen más tiempo para dictar sentencia que los árbitros. hace cuatro años, una muchedumbre rodeó el Parlament de Catalunya intentando impedir el acceso de los diputados. Por lo que vimos por la tele, calificar la presión que recibieron los parlamentarios como libertad de expresión me parece un eufemismo desafortunado.
Y llegó el juicio. El árbitro, perdón, el juez, decidió que meter en la cárcel a alguien por unos empujones era excesivo y decretó la absolución. Los partidarios de los empujados clamaron al cielo por la injusticia y se recurrió la sentencia (otra pequeña diferencia respecto al fútbol). El nuevo árbitro decidió que el empujón sí que era falta. Del mismo modo que el reglamento del fútbol dice que una falta dentro del área tiene mucho más castigo que una falta similar en el centro del campo, las leyes ordinarias dicen que dar una torta a un diputado tiene mucho más castigo que dársela a un perito agrónomo. Ahora los que claman al cielo son los partidarios de los empujadores.
Líbreme Dios de decidir quién tiene razón, ¡qué difícil es ser árbitro!