Mostrando entradas con la etiqueta referendum. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta referendum. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de julio de 2016

Referendos y mayorías cualificadas.

Cuando acabó el recuento del referendo del brexit, muchos partidarios de seguir en la UE se dieron cuenta de que habían infravalorado al rival. Ahora, montan manifestaciones reclamando un nuevo referendo.
Los que alababan el "espíritu democrático británico", supongo que estarán de acuerdo en celebrar el segundo referendo. Si una llamada a las urnas es una fiesta democrática, dos llamadas deben de ser una fiesta con after.
Si se celebrase un segundo referendo, es probable que esta vez ganase la permanencia en la UE. Los partidarios de seguir en la Unión estarían más movilizados y el reconocimiento de que algunos de los argumentos para abandonarla eran falsos haría cambiar el sentido de algunos votos. Y entonces, ¿qué?, ¿se celebra un tercer referendo que reclamarían los ahora perdedores?, ¿cuando se debería parar?.
Por ese motivo, los referendos sobre temas importantes deben exigir una mayoría cualificada para la opción de cambio.

sábado, 27 de junio de 2015

El referéndum griego.

El líder de un país del sur de Europa sumido en una grave crisis económica ha ganado las elecciones. Una vez ha llegado al poder, admite que una de sus promesas electorales no es tan fácil (o tan conveniente) de cumplir. Se ofrece al pueblo tomar la decisión definitiva en un referéndum.
Hasta el momento, la sinopsis de la película sirve lo mismo para la España de 1983 como para la Grecia de 2015. ¿Animará Tsipras a votar Sí al acuerdo con la UE y redondeará así el paralelismo entre las dos historias?

viernes, 17 de octubre de 2014

Artur Mas juega al despiste, pero no sé para qué.

A la izquierda española todavía le quedan secuelas de su fobia a los Estados Unidos, pero nada que ver con el clima "antiimperialista" que se respiraba a finales de los 70. Por aquellos días, uno de los eslóganes más repetidos era el de "OTAN no, bases fuera". En algún momento, los dirigentes socialistas cambiaron de idea y decidieron que lo mejor para España era permanecer (o acabar de incorporarse) en la OTAN. El gobierno del PSOE convocó el referéndum que había prometido en la campaña electoral del 82 y, sorprendentemente para algunos,  el partido pidió el SÍ. Me gustaría saber cuándo y por qué cambiaron de opinión. Hoy en día, la hipótesis más aceptada es que el viraje se produjo bien temprano y que el referéndum fue la herramienta para facilitar a las bases la digestión del sapo. Aún así, nos falta saber quién y cómo convenció al PSOE para su conversión a la fe atlantista.
Hoy en día, me tiene perplejo otro gobernante que ha prometido un referéndum. Artur Mas ha convocado un referéndum y lo ha sustituido por un sucedáneo sin que sepamos por qué. ¿Los que se oponen a la celebración del referéndum han dado algún paso que Mas no se esperaba? ¿Los demás promotores del referéndum han disminuido su apoyo? Por lo que sabemos, la respuesta a las dos preguntas es No.
Creo que Artur Mas nos ha mentido. Sabía desde el primer momento que no se celebraría el referéndum y sólo hemos asistido a una escenificación similar al periodo de reflexión que se tomó el PSOE para meternos definitivamente en la OTAN. Ahora nos queda saber si el objetivo de Mas era aprovechar la frustración del independentismo para volver legitimado a la política del "peix al cove", o aprovechar esa misma frustración para redoblar la energía del movimiento. Y, sea cual sea el objetivo, nos queda saber si le sale bien esa manipulación de la frustración.
Fe de erratas: no quería decir referéndum, quería decir consulta popular no refrendaria.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Lecciones del referéndum escocés.

"Todo lo que sé, me lo ha enseñado el fútbol".  (Albert Camus).
Hace muchos años, cuando en la prensa española sólo se podía debatir sobre fútbol, una gran polémica giraba en torno a un jugador que quería cambiar de equipo. Santiago Bernabéu (o quizás fue Helenio Herrera) sentenció: "si la chacha se quiere ir y la obligas a quedarse, no volverás a comer un buen huevo frito en tu vida".
Hace un par de años, el Athletic Club, desoyó los consejos de Santiago Bernabéu (o de Helenio Herrera). Fernando Llorente dijo que se quería ir y el club se negó en redondo. Podía haber negociado para sacar una buena cantidad de millones o podía acabar de buenas maneras con el delantero y obtener su máximo rendimiento en el año que le quedaba de contrato. No lo hizo y acabó pagando el sueldo de un año a un jugador que aportó poco al equipo. Las marchas de Javi Martínez y de Ander Herrera demostraron, además, que el efecto ejemplarizante había sido mínimo.
Una década atrás, el Athletic Club vivió una situación similar. Su delantero estrella, Ismael Urzaiz, anunció que no pensaba renovar el contrato. La reacción del club fue diferente: reiteró su oferta de renovación y explicó al jugador que no podía ofrecer más.  Al final, Urzaiz descubrió que lo que le habían vendido sus agentes no era cierto, las ofertas que recibió fueron perores que la del Athletic y acabó renovando y dando sus últimos años buenos en San Mamés.
En España, Mariano Rajoy se ha comportado como el club bilbaíno hace tres años. Ha dejado en las manos de los publicistas independentistas palabras como "libertad", "democracia" o "votar". Mientras que sus publicistas tienen sólo pueden jugar con la aburrida "legalidad". Al negar el referéndum, ha dejado a sus rivales decidir todas las reglas:. Los independentistas han escogido la fecha, las preguntas, y quién puede votar. Ya han empezado a hacer alguna jugada sospechosa, como rebajar la edad de voto a los dieciséis años. No sabemos qué efectos tendrán los resultados, porque los convocantes se mueven entre los que dicen que es meramente consultivo y los que dicen que su fuerza moral lo hará vinculante. No sabemos si con unos resultados del 34%, 33% y 33% considerarán ganadora la opción del 34% o esperarán a tener los resultados para decidir cómo calcular el vencedor. Ni siquiera sabemos si los que contarán los votos serán los mismos que contaron manifestantes y pusieron 4'5 manifestantes por metro lineal.Ante el "porque no" del club, los agentes tienen vía libre para utilizar triquiñuelas y convencer al jugador de que lo mejor es marcharse. 
En el Reino Unido, el Primer Ministro David Cameron se ha comportado como el Athletic Club hace quince años. Los escoceses han tenido la oportunidad de comparar las ventajas e inconvenientes y han escogido quedarse. Si hemos de creer a Alex Salmond, el tema de la secesión de Escocia queda aparcado durante una generación.
Estimado tocayo, sé que usted nunca escuchará a David Cameron, pero escuche a Santiago Bernabéu (o a Helenio Herrera).

viernes, 13 de diciembre de 2013

¿Cómo contaremos las respuestas?

Supongamos que a la presidencia de Colegio de Informáticos se presentan Agapìto, que obtiene el 39% de los votos; Bartolomé, que obtiene el 36% y Cesáreo, que obtiene el 25%. Es escogido como presidente Agapito.
Mientras tanto, en las elecciones a la presidencia de la Asociación de Técnicos Informáticos, se presentan Dorotea, que obtiene el 39% de los votos; Enriqueta, que obtiene el 36% y Feliciana, que obtiene el 25%. Se celebra una segunda vuelta en la que Dorotea obtiene el el 48% de los votos y Enriqueta obtiene el 52%, con lo que Enriqueta es elegida presidente.
¿Cual de las dos entidades es más democrática? Evidentemente, las dos son igualmente democráticas,
siempre y cuando las reglas se conozcan de antemano y no se haya hecho ninguna trampa en las votaciones.
Hace ya dos años, pedía en este blog la celebración de una consulta sobre la independencia de Cataluña. Si
El presidente de la Generalitat de Catalunya anunció ayer la fecha y las preguntas del referéndum sobre la independencia, pero no dijo nada de las preguntas que yo me planteaba hace dos años. La democracia representativa tiene sus ventajas, pero en cuestiones de mucho calado es necesaria la democracia directa y la división de un estado tiene mucho calado. Legalidad y legitimidad no siempre son lo mismo. El gobierno de Rajoy está amparado por la legalidad si hace todo lo posible para impedir la consulta, pero la suya será una reacción ilegítima. Más inteligente, y más democrático, sería empezar a negociar los aspectos básicos de cualquier referéndum: quién puede votar y qué consecuencias tendrán los resultados. Tan democrático es que votemos sólo los catalanes como que lo hagamos todos los españoles. Tan democrático es decidir que un 51% de los votos emitidos con un Sí a la respuesta de si Cataluña debe ser un estado independiente resultará vinculante, como exigir que el 51% lo debe ser sobre el censo electoral.
Y se debe hilar muy fino. Por ejemplo, supongamos que el señor Gumersindo es un jacobino no nacionalista partidario de los estados grandes y monolíticos. A la pregunta "¿Quiere que Catalunya sea un Estado?" tiene que votar que No. Sin embargo, a la pregunta "En caso afirmativo, ¿quiere que este estado sea independiente?" podría votar Sí, puesto que preferiría vivir en un estado monolítico a vivir en un estado fragmentado.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La consulta perfecta.

Tengo un amigo que es lector ocasional de este blog y que me llama demagogo con cierta frecuencia cuando debatimos sobre las relaciones entre Cataluña y España. Él me dice que lo más democrático es que nosotros podamos decidir qué queremos hacer y yo le digo que no tengo muy claro quiénes somos nosotros.
Para concretar mi duda, voy a hacer un ejercicio de imaginación. Supongamos que se convoca un referéndum para decidir si Cataluña forma parte de España o no, ¿cuáles deberían ser las reglas de dicho referéndum?
La primera regla importante es decidir qué mayoría se consideraría suficiente para que el resultado fuese vinculante. Sin embargo, la reflexión sobre esta regla me la voy a saltar. Los partidarios del mantenimiento del statu quo escogería una cifra muy restrictiva, por ejemplo dos tercios del censo electoral, mientras que los partidarios del cambio preferirían una cifra muy laxa, la mitad más uno de los votos válidos no en blanco emitidos. Se trataría sólo de una cuestión técnica.
La segunda regla importante es la que determinaría quién puede votar. ¿Todos los españoles? Supongo que los partidarios de la unidad de España escogerían esta opción, pero sería un referéndum de autodeterminación muy poco serio, ni siquiera el rey Mohamed de Marruecos se atrevería a proponerlo en el Sáhara. ¿Los habitantes de la actual comunidad autónoma de Cataluña? A mí me parece razonable, pero a los independentistas catalanes no se lo tendría que parecer. Si entienden que la nación catalana abarca las comunidades autónomas de Cataluña, Baleares, Valencia y la Cataluña Francesa; un referéndum de autodeterminación debería ser votado por los habitantes de todos estos territorios. Me temo, sin embargo, que en la situación actual, pocos independentistas se atreverían a proponer un referéndum global teniendo en cuenta  la anecdótica implantación del independentismo catalán fuera de las cuatro provincias.
La tercera regla importante es la que decide a quién obligaría el resultado del referéndum. En cierto modo, iría ligada a la regla anterior. Por ejemplo, si se decidiese que el ámbito electoral fuese el de los Països Catalans, el 100% de los votantes de las provincias de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona votase a favor de la independencia y el 90% de los votantes de las provincias de Castellón, Valencia y Alicante votasen en contra; la independencia ganaría el referéndum, pero parecería poco democrático obligar a los valencianos a unirse al nuevo estado. Parece, pues, sensato, escoger circunscripciones más pequeñas. Escoger las actuales comunidades autónomas me parecería, como ya he dicho antes, un poco farisáico por parte de los independentistas, que abrazarían una división territorial heredada del antiguo régimen. Escoger las provincias, invento español del siglo XIX, menos aún. A mí me parecería bien volver a las fuentes de la democracia, a la Grecia clásica, a la polis: que la circunscripción fuese el municipio. Para mí sería lo más democrático, aunque podría generar un estado geográficamente discontinuo.
En definitiva, no creo que haya una respuesta clara para la segunda y tercera regla, no creo que esté claro quiénes somos NOSOTROS.

sábado, 20 de octubre de 2007

Miedo a las preguntas.

Cualquier empresa demoscópica me puede preguntar mi opinión sobre el calentamiento global, una serie de televisíón, el último debate parlamentario o la frecuencia ideal para mantener relaciones sexuales ¿Por qué no me puede preguntar el presidente de mi comunidad autónoma si prefiero permanecer en España, que nos declararemos independientes o integrarnos como estado número 52 de la Unión?