Musulmanes mudos

Moisés Naím titula así su columna en el País de hoy. Se sorprende el autor de la aparente desproporción entre las reacciones del mundo musulmán ante la represión de los uigures, y las que se produjeron por las viñetas que se burlaban de Mahoma en un diario danés. De la última frase, a pesar de su extraña redacción, se desprende una denuncia de la hipocresía de los líderes musulmanes. Me temo que no es una cuestión de mera hipocresía, sino de algo peor: de fanatismo. En la muerte de un militante islamista, los fanáticos ven el nacimiento de un mártir. En la burla de un símbolo religioso, los fanáticos ven el peor de los crímenes: la desacralización (perdón por el palabro) de lo divino. Y digo que me parece peor el fanatismo que la hipocresía, porque al hipócrita le puedes convencer de que no obtendrá beneficio de su actitud y dejará de hacer daño. Pero existen muy pocas herramientas para apear a alguien de su fanatismo, la más eficaz, la sustitución por otro fanatismo.