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domingo, 22 de noviembre de 2020

Me la suda la política educativa

Esta semana se ha aprobado la enésima reforma educativa. Se conocerá, de ahora en adelante como lo Ley Celaá. Llega acompañada de un montón de polémicas: el castellano como idioma vehicular, la asignatura de religión, los recortes a las concertadas, el papel de la educación especial...

De todos ellos, el único debate que me interesa un poco es el de la educación especial. En los otros tres, tengo la opinión claramente formada y están tan arraigados en las agendas de los partidos que todos los argumentos que oigo me suenan a consignas políticas.

En la educación especial, no lo tengo nada claro. Todos los niños necesitan sentirse integrados y recibir un trato individualizado. Pero en cada niño estas necesidades, en principio antagónicas, tienen intensidades diferentes. La ley Celaá parece escorarse hacia la integración. No me parece ni bien ni mal.

En todos los índices de rendimiento académico, aparecen como líderes Corea del Sur y Finlandia. Dos modelos educativos diametralmente opuestos que sólo coinciden en dos puntos: dedicar muchos recursos a la educación y un gran reconocimiento social de los profesores. En realidad, es el mismo punto. Vivimos en sociedades capitalistas y el reconocimiento social es el salario. En Corea del Sur y en Finlandia se gastan mucha pasta en el sistema educativo, empezando por los sueldos de los profesores.

Vuelvo a la educación especial. Si diriges tus esfuerzos legislativos a la inclusión de los niños con necesidades especiales y no pones más dinero para conseguir que estos niños no se descuelguen, será un fracaso. Si diriges tus esfuerzos legislativos a crear escuelas especiales donde los niños que lo necesitan reciban trato individual y no pones más dinero para que el trato individual sea efectivo, será un fracaso.

Resumiendo: me la suda cómo es tu política educativa. Me importa cuánto te vas a gastar en ella.



martes, 13 de septiembre de 2016

No hagas eso, que...

Ayer vi este tuit de la policía catalana.



Recordé, una vez más, aquella ocasión en que una señora estaba intentando evitar un mal comportamiento de su hijo.
- No te metas por ahí, que vendrá el guarda.
Mi padre me dijo: "Si a un niño le dices que no haga algo porque vendrá el guarda, aprenderá a hacerlo cuando esté seguro de que no le ve el guarda. Si le explicas por qué lo que quería hacer no se debe hacer, aprenderá a no hacerlo nunca."

jueves, 5 de febrero de 2015

Las cosas no deberían ser así, pero son.

Hace poco leí un libro de Emilia Pardo Bazán en el que decía "las mujeres están hechas para ..." y añadía una serie de tópicos decimonónicos mucho más retrógrados que los que podríamos escuchar ahora. Y acababa diciendo, "...porque así las han educado".  Me pareció una frase tremendamente sensata y que daba las pistas para resolver adecuadamente los problemas que tienen y provocan los colectivos desfavorecidos. Las mujeres del siglo XIX necesitaban la ayuda de un hombre (padre, marido, confesor...) para resolver la mayoría de sus dilemas. Era un error pensar que eso era dado por naturaleza, y se debía solucionar mediante la educación. Pero también sería un error obligar a una mujer a tomar decisiones si no había sido preparada para ello.
Si un chaval ha crecido en un clima de violencia, marginalidad y delincuencia, es muy probable que al llegar a la edad adulta sea un delincuente. A los que quieren resolver todos los problemas de seguridad ciudadana endureciendo el código penal, debemos recordarles reduciendo la marginalidad hoy, reduciremos la delincuencia mañana. Como decía Concepción Arenal, "abrid escuelas y se cerrarán cárceles". Vale, de acuerdo, la sociedad ha funcionado mal y ha creado un nido de delincuentes. Pero una vez tomadas las medidas para no fabricar más delincuentes, debemos seguir defendiéndonos de los que ya hemos creado. La solución no está ni en Jorge Fernández Díaz ni en Willy Toledo.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Damos demasiada importancia al medio.

Hace unos días, asistí a la reunión de principio de curso de mi hija. Al acabar, nos pasaron un formulario en el que, entre otras cosas, debíamos informar del tiempo que nuestros hijos "dedican a las nuevas tecnologías (ordenador, tableta, teléfono móvil...)". Supongo que querían detectar usos excesivos de "las nuevas tecnologías". No había ninguna pregunta relativa al tiempo dedicado al papel. Deduzco, por lo tanto, que les parece menos peligroso que nuestros hijos lean panfletos impresos con propaganda nazi a que realicen visitas virtuales por el museo del Prado.
Claro que podríamos definir "peligro" como el producto de la probabilidad de que se produzca un evento por el daño provocado por dicho evento. Además, estaremos casi todos de acuerdo en que la probabilidad de que nuestros hijos lean algo en papel es casi nula. Por lo tanto, los profesores de mi hija tendría razón en no considerar peligroso el papel. Pero sigo sin tener claro que dedicar el tiempo a las nuevas tecnologías sea intrínsecamente peligroso.
Por cierto, varios padres y madres llevaban libretitas en las que iban apuntando lo que les parecía más relevante. Yo lo hacía en el móvil. No estoy seguro de que no me mirasen mal.

martes, 6 de marzo de 2012

Cocinando niños.

Educar niños se parece mucho a cocinar.
No existen las recetas perfectas. El tiempo de cocción de una alubia depende del tiempo transcurrido desde su recolección y del recipiente que utilicemos. Lo que para un niño puede resultar una motivación,  otro lo puede percibir como un castigo.
El gusto del comensal también cuenta. Por más que nos empeñemos en que las carnes rojas se deben dejar rosadas por dentro, si alguien no le gusta la carne cruda, no podrá disfrutar de ella. Un padre puede preferir un niño obediente y otro preferir que su hijo tenga iniciativa.
Tú eres sólo uno de los muchos condicionantes del resultado.Ese arroz que te sale tan bueno, puede salirte peor un día que tengas que utilizar un agua distinta. Una leve enfermedad en época de exámenes puede bajar la nota de tu hijo.
Pero eres el principal condicionante del resultado. Si se te quema el plato o tu hijo resulta un delincuente, asume que no toda la culpa será de la sartén ni de los profesores.
Adáptate a los ingredientes que tienes. Si tienes falda de ternera, haz estofado, no carne a la plancha. No te empeñes en que tu hijo sea un gran deportista si na tiene cualidades ni ganas de serlo.
Eso, sí. Si un plato te sale mal, aprende de los errores y vuelve a intentarlo. Si un hijo te sale mal, no tendrás otra oportunidad.