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lunes, 29 de febrero de 2016

No es lo mismo.

Cuando dos fenómenos aparecen juntos frecuentemente, tendemos a identificarlos. Por ejemplo, animalismo y ecologismo. La inmensa mayoría de los animalistas son ecologistas y viceversa, pero, en determinadas circunstancias, se hace evidente que la mejor alternativa en términos de ecología no lo es en términos de derechos de los animales. No seguiré por ahí, porque ya lo he hecho tres o cuatro veces y siempre he salido escaldado.
Hoy voy a hablar de dos conceptos que también acostumbran a ir asociados pero que tampoco son lo mismo: racismo e islamofobia. Los racistas consideran que no todas las etnias son moral e intelectualmente iguales y, bendita casualidad, la suya es la mejor en ambos aspectos. Si te pedimos que enumeres ejemplos de racistas seguro que te vienen a la cabeza el Frente Nacional francés, el Pegida alemán, Donald Trump o Plataforma per Catalunya. Si te pedimos que enumeres ejemplos de islamófobos, probablemente también aparecerán estos cuatro elementos. Sin embargo, la islamofobia es el miedo o el odio al islam, no a una etnia. Yo estoy convencido de no ser racista, pero no estoy seguro de no ser islamófobo o, por lo menos, no me atrevo a descartar totalmente tener algún comportamiento islamófobo.
Si digo que algo funciona mal en el catolicismo cuando se descubren tantos casos de pedofilia, nadie me acusará de racismo ni de incitar al odio contra la raza blanca. Sin embargo, si digo que algo funciona mal en el islamismo cuando se trata tan mal a las mujeres en los países en los que los musulmanes son mayoría, es probable que sea tachado de etnicista.

martes, 22 de marzo de 2011

Racismo.

Decir que los X son Y, puede no ser una afirmación racista. Sí que lo es decir que los X son Y y no pueden evitar serlo. Si un porcentaje significativo (no necesariamente alto) de los miembros de un colectivo tiene un comportamiento inadecuado, la solución no es negar la evidencia, porque entonces llegarán los Anglada, Albiol y similares para publicitar sus generalizaciones y sus falsedades. Si te empeñas en no ver un síntoma, mal podrás diagnosticar la enfermedad.
Pongamos un ejemplo que espero no resulte muy polémico. "La mujeres de origen magrebí son excesivamente sumisas con sus maridos". Los racistas dirán que es cierto y que no tiene arreglo, que "lo llevan en la sangre". Los fanáticos de lo políticamente correcto dirán que es sencillamente falso. Los primero no lo solucionarán porque, evidentemente, no quieren solucionarlo; iría en contra de sus convicciones. Los segundos no lo solucionarán porque  no verán el problema. Y el problema existe. Sería provechoso estudiar por qué las mujeres de origen magrebí son, en términos estadísticos, más sumisas. Seguro que podríamos encontrar que algunos aspectos del sistema educativo occidental, de la cultura magrebí o de la religión musulmana condicionan la libertad de las mujeres. Y entonces podríamos contrarrestarlos.