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sábado, 23 de julio de 2022

No es antipolítica, es antipolitiqueo.

Me gusta el pan, me encanta el pan. Es lo único que me ha costado consumir menos cuando he iniciado una operación bikini. Si digo que en Parademunt no hay pan bueno, que todas las panaderías son iguales, nadie entenderá que soy un antipán. También es cierto que acabaré comprando pan el algún sitio y tendré que reconocer que no todas las panaderías son iguales, que algunas son peores que otras.

Así que, cuando alguien dice que la política le da asco y que todos los políticos son  iguales, quizás no es un antipolítico. Quizás lo que quiere decir es que la política ACTUAL le da asco y que todos políticos QUE CONOCE son iguales.

Porque la política es necesaria, como para mí el pan. La política, si no la haces, te la hacen. Alguien puede pensar que lo mejor para la sociedad es invertir mucho dinero en carreteras y otra persona puede pensar que es mejor invertir mucho en ferrocarriles. No existe una varita mágica que permita saber qué es objetivamente lo mejor. La política es la herramienta para que los que tienen ideas más o menos claras sobre los asuntos que nos conciernen a todos, nos expliquen a los que no las tenemos por qué sus ideas son mejores que las de los que no piensan como ellos. De este modo, se pueden acabar tomando decisiones más o menos consensuadas.

No es política cambalachear un ayuntamiento por una diputación.

No es política la maquinación para acceder a un cargo importante dentro de un partido.

No es política criticar desaforadamente lo que ayer aplaudías cuando lo propuso uno de tu partido.

No es política mentir para asustar a los electores.

No es política, en fin, toda esa actividad que despliegan muchos políticos con el fin exclusivo de alcanzar  poder.

No estamos en contra de la política, estamos en contra del politiqueo. Y, aunque hay mucho más politiqueo que política en todos los partidos, no todos los partidos son iguales. Seguiré atento a la política y en las próximas elecciones seguiré yendo a votar porque prefiero que nos gobiernen los malos a que nos gobiernen los peores.

lunes, 28 de junio de 2021

¿Cómo acabó lo de Sijena?

Hace unos días leí la historia del monasterio de Santa María de Óvila. Un caso más de expolio del patrimonio histórico. Y me acordé del culebrón de Sijena. Una disputa judicial por unos bienes que salieron ilegalmente del monasterio y que se embrolló considerablemente por la politización de la disputa. Hasta tuvieron que intervenir los antidisturbios para sacar las obras de arte del Museo de Lleida.

¿Cómo estará el monasterio tres años y medio después de recibir las obras? Y me fui para allá. 


La foto de aquí arriba me parece que refleja fidedignamente lo que han hecho las autoridades aragonesas tras recuperar los bienes. Las pinturas siguen en los rieles en que llegaron y sólo se pueden ver los de la primera fila. Sólo había que oír a mezcla de pasión y frustración de la guía para contagiarte de las mismas sensaciones.

No quisiera desanimarte. La entrada sólo cuesta tres eurillos y hay cuatro o cinco piezas que justifican esa entrada. Pero tras todo el follón que se armó, esperaba bastante más.

Pero, bueno, una de las pocas pinturas que se pueden ver es de San Mamés.