martes, 22 de junio de 2010

El amigo americano.

Todas las novelas de tom Ripley te dejan desasosegado porque te cae simpático un asesino. En ésta, además, acabas convencido de que cualquiera puede convertirse en asesino o cómplice si se le motiva convenientemente y sin necesidad de recurrir al odio o la venganza.
Como efecto colateral, esta novela me ha servido para asombrarme de la evolución de las tecnologías. Los protagonistas, para conocer el impacto público de sus asesinatos, esperamban impacientes la aparición de las primeras ediciones de los diarios. Los protagonistas de "siete días de julio", ambientada treinta y cinco años antes hacían lo mismo. Treinta y cinco años después de la publicación de "The Ripley's Game" (el título original de la novela), a nadie se le ocurriría esperar a la aparición de una edición impresa de un diario para informarse urgentemente de algo.

domingo, 20 de junio de 2010

La mano invisible.

El panadero necesita que el carpintero le haga una estanterías nuevas. El carpintero necesita un nuevo taladro. El ferretero tiene ganas de ir al teatro. El actor quiere hacerse un bocadillo. Nadie satisface sus necesidades o apetitos porque la crisis aconseja no gastar. ¿Estamos seguros de que el capitalismo es el sistema económico perfecto? Sí, ya sé, llegará el día en que el actor tenga tanta necesidad del bocadillo que necesite comprarlo y se romperá el círculo vicioso de la crisis. Pero ¿qué pasaría si el actor llegase a tener tanta hambre que decidiese robar el pan al panadero en vez de comprarlo?

jueves, 10 de junio de 2010

La tercera virgen.

Esta novela negra es muy buena, pero hoy me apetece proponer una lectura alternativa del libro. Recomendaría su lectura en algún seminario de gestión de equipos. Resulta una eficaz y amena parábola para explicar que un equipo puede gestionarse eficientemente si se saben explotar los potenciales de sus componentes y no nos empeñamos en superar sus debilidades, que pueden ser insalvables. Enseña también que una gestión desordenada puede no menoscabar el liderazgo del gestor si el líder sabe hacer el trabajo encomendado y no sólo dirigirlo. El timonel tiene que ser muy ligero, si no puede serlo, mejor librarse del timonel y que mande un remero.

viernes, 4 de junio de 2010

Apología del terrorismo.

En la edición del 3 de junio de 2010 del programa "El gato al agua", de Intereconomía, estaban debatiendo la decisión de la Ministra de Defensa, Carme Chacón, de prohibir que los militares presenten honores en la fiesta del Corpus en Toledo. Eduardo García Serrano estaba ingenioso y dijo "que vaya con cuidado la ministra jugando con la hostia, a ver si las dos hostias se las van a dar a ella".
Si la anterior frase la hubiese pronunciado en público un individuo con rastas, un pañuelo palestino al cuello y un apellido acabado en "etxea", a estas horas tendría que afrontar varias denuncias por amenazas y apología del terrorismo. Si la hubiese pronunciado Pepe Rubianes, no le libraría de una condena ni la parca.
Conociendo el actual funcionamiento de los tribunales, el castigo a Eduardo García Serrano se limitará a un par de grupos en Facebook afeando su delito.

viernes, 28 de mayo de 2010

Estoy harto.

Estoy harto de que los que se aprovecharon de las vacas gordas cobrando muchos trabajos en dinero negro se quejen de mantener funcionarios con los impuestos que no pagaron.
Estoy harto de oír a los que clamaban por frenar el despilfarro en funcionarios, se quejen también ahora que bajan el sueldo de los servidores públicos.
Estoy harto de que los funcionarios se quejen de que su sueldo reciba un pequeño recorte cuando la tasa de desempleo llega al 20%.
Estoy harto de que los estudios pagados por entidades financieras recomienden la jubilación a los 67 mientras las mismas entidades financieras jubilan a sus trabajadores a los 55.
Estoy harto de los prejubilados que se quejan de que perderán poder adquisitivo mientras sus compañeros que siguen trabajando pagarán su premtura jubilación.
Estoy harto de que nos receten austeridad para salir de la crisis cuando la solución sería que todos los que tienen gasten. No confundir con gastar lo que no se tiene como se ha hecho hasta hace poco.
Estoy harto de que me encarguen sacar un camión de la cuneta remolcándolo con un vespino. De que cuando el vespino se quede sin gasolina, tenga que pedalear yo. Y de que cuando el camión vuelva a la carretera, si no me arrolla, me guardarán un sitio en la parte de atrás del remolque, por la parte de afuera.

jueves, 27 de mayo de 2010

Volveremos a Venecia.

Tengo la sensación de estar leyendo una novela oportunista en la que el autor aprovecha el actual descrédito del poder judicial para atraer la atracción del lector. El juez del Tribunal Supremo que protagoniza el libro es un corrupto de la peor especie de corruptos: esa formada por los que roban con el convencimiento moral de estar legitimados para hacerlo. Cuando llevo leídos un par de capítulos, decido volver a las primeras páginas para buscar la fecha de edición, 2005. Probablemente, entonces también parecía oportunista. Todavía peor, siempre hubiese parecido oportunista, porque el comportamiento de los jueces siempre ha estado rodeado por ese halo de casta suprema.
Abandonado el primer recelo, me dejo llevar por la doble historia: la del complot de ramificaciones internacionales y de alta política y la del romance de la juez rural. Al final, el autor decide que lo importante es el romance y lo describe de forma prolija y detallada. Mientras que el resto de historias, complot incluido, los despacha con dos brochazos. Si escoges el libro porque en la contraportada habla de un "trepidante thriller político", te decepcionará. Si lo escoges por la "historia de amor clandestino", creo que te gustará.

domingo, 16 de mayo de 2010

Siete días de Julio.

Cuando acaba "Cuatro días de enero". Te quedas con las ganas de saber qué le pasará a Miquel Mascarell cuando los nacionales entren en Barcelona. En "Siete días de julio" descubrimos que no le ha ido mal del todo: no le han fusilado. Es más, de forma sorprendente, le indultan y vuelve a Barcelona donde tendrá que resolver otro caso con muy pocas herramientas y acosado por la policía del régimen.
El retrato de la aterrorizada Barcelona de los cuarenta es muy bueno, pero la trama estrictamente policial resulta algo inverosímil: es muy difícil que un plan tan retorcido como el de los malos salga bien en tantos recovecos.