sábado, 12 de diciembre de 2015

En defensa de Jorge Fernández Díaz.

El de ministro de interior, es el peor puesto que te pueden dar en política. En cualquier país, en cualquier gobierno. La principal competencia del ministro de interior es contener a los malos.
Es función del ministro de interior, entre otras cosas, mandar a los antidisturbios que velan por que las manifestaciones no se desmanden. Si cuatro o cinco manifestantes deciden quemar contenedores y los antidisturbios son poco contundentes, el ministro recibirá críticas por permisivo. Si son demasiado contundentes, las críticas serán por represor. Y como el punto de equilibrio de la contundencia es distinto en función de cada votante y de lo que reclame la la manifestación, cualquier manifestación con alborotadores acabará con críticas al ministro por un lado, por otro, o por los dos a la vez.
También es función del ministro de interior mandar a los que controlan el tráfico. Y ahí, casi todos hemos sido malos alguna vez. Casi todos hemos sido reprimidos por el ministro. Nuestra valoración del mismo baja varios puntos después de una multa. porque a nosotros todas las multas nos las ponen por afán recaudatorio.
También es obligación del ministro de interior evitar que los malos maten. Cuando lo consigue y detienen a alguien antes de cometer un atentado, leemos la noticia con suspicacia. Cuando no lo consiguen, nos preguntamos qué han hecho las fuerzas de seguridad para evitarlo.
Definitivamente, no me gustaría ser ministro de interior. Siento cierta solidaridad con Jorge Fernández Díaz. Pero, dime, Jorge, con todos los palos que recibes inevitablemente por tu cargo, ¿qué necesidad tenías de condecorar vírgenes y hablar de tu ángel de la guarda?

lunes, 7 de diciembre de 2015

Halagos que preferirías no recibir.

En la empresa en la que trabajo se está tramitando un ERE. Evalué la indemnización que recibiría si me iba, los ahorros que tengo, mis necesidades económicas, mis posibilidades de encontrar un nuevo trabajo... y decidí, plenamente convencido, que lo mejor para mí era coger la pasta y salir corriendo. Plenamente convencido hasta que un compañero me dijo: eres un valiente. Ahí me acojoné.
Hace un par de semanas, me encontré con una amiga a la que hacía tiempo que no veía. Charlando, charlando, me comentó que leía de vez en cuando este modesto blog y que era muy valiente por expresar por escrito y en público mis opiniones sobre el proceso independentista. Hala, ya estoy acojonado por dos cosas.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Me suena a Avellaneda.

En el plazo de 24 horas, cuatro amigos que no me consta que se conozcan entre sí han compartido en Facebook la publicación de un señor que no es popular, no sale en la Wikipedia. La publicación tenía toda la pinta de ser un Avellaneda, puesto que contenía la foto de un escritor famoso y atribuía a dicho escritor un texto entrecomillándolo, pero no ofrecía ningún enlace al texto original.
Como me fío muy poco de este tipo de publicaciones, pero menos de mi intuición, he buscado un trozo del texto en Google. El artículo lo publicó, para mi sorpresa, el autor al que se le atribuía. Eso sí, hace tres años.
¿Se puede considerar legítima la denuncia de una carencia actual aportando como prueba un texto de hace tres años? Quizás no era un Avellaneda, pero casi.

lunes, 30 de noviembre de 2015

No tienen ni puñetera idea.

Éstos de la CUP prometen una cosa en campaña electoral y ahora van y la cumplen. No tienen ni puñetera idea de cómo funciona la política.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La indumentaria y la libertad.

Mírala. Con el calor que hace y va tapada de los pies a la cabeza. Seguro que si le preguntas, te dirá que es su opción, que ella es libre y porque es libre ha escogido vestir así. Pero no lo ha escogido ella, lo ha escogido su religión. Una religión que dice que se tienen que tapar el pelo. Pero no les tapan el pelo: les tapan las orejas, para que no oigan a los que no deben oír. Una religión que reserva para ella, por el simple hecho de ser mujer, un papel secundario, subordinado al hombre. Sé que sonará raro, pero, a veces, para liberar a alguien, tienes que prohibirle algo. Yo les prohibiría vestir así. Mírala. ¿No crees que Sor Lucía Caram sería más libre si no vistiera hábito?

lunes, 23 de noviembre de 2015

Un twet ofensivo y eriquecedor.

Poco después de los atentados de París, Laura Freixas soltaba esta barbaridad:

Mi primera reacción al leerlo fue de indignación, de justa indignación. Esta tía, de la que no tenía noticia hasta entonces, me está llamando asesino por compartir un cromosoma con los verdaderos asesinos. 
Cinco minutos después, cambié un poco de perspectiva, Ahora ya sé cómo se sienten millones de musulmanes a los que miran con desconfianza por compartir religión con unos salvajes.
Debo aburrirme mucho, porque seguí dándole vueltas al dichoso twet. Que cada cinco minutos apareciese un nuevo mensaje hablando de él, no favorecía el olvido. La estadística no lo explica todo. La mayoría de la gente que yo conozco que hace régimen está gorda, de lo cual se debería deducir que hacer régimen engorda. Pero la estadística no se debe ignorar. Todos los que participaron activamente en los atentados eran hombres (y musulmanes). 
Generalizar es peligroso. Ignorar la estadística también.

viernes, 20 de noviembre de 2015

El principio de incertidumbre de Heisenberg y los derechos civiles.

Cada vez que se produce un atentado, se reaviva el debate sobre cuánta libertad estamos dispuestos a perder a cambio de más seguridad. Hace poco, un amigo me comentó que muchas de las propuestas van encaminadas a saber lo que hacemos: monitorización de las comunicaciones y de las redes sociales, pero que eso no nos impide hacer lo que queramos mientras lo que queramos sea legal. Venía a decir que lo que se violaba era la privacidad, pero no la libertad.
El principio de incertidumbre de Heisenberg viene a decir, simplificándolo mucho, que no podemos saber con exactitud y a la vez dónde está una partícula y como se mueve. La explicación (con el mismo rigor científico que la afirmación anterior) es que para saber exactamente dónde está una partícula debemos dispararle un fotón y con eso la desplazaremos. Cuanta más energía le disparemos, con mayor exactitud lo situaremos pero más lo desplazaremos. Con los comportamientos de las personas pasa lo mismo. Si sabemos que nos observan no nos comportaremos igual. Por lo tanto, una violación de la privacidad sí que es una violación de la libertad.