lunes, 11 de mayo de 2009

Un inicio interesante

Ayer recibí una llamada en el móvil.
- ¿Sí?
- ¿Sara?
- No, te equivocas.
Dos minutos después, volvió a sonar el móvil.
- ¿Sí?
- Uy, perdona,¿éste no es el 666666666?.
- No, ni se le parece.
No recordaba que tengo dos líneas y que la segunda, que no uso casi nunca, sí que se parecía al número por el que me preguntaban.
- Perdona.
- No pasa nada.
Volvió a sonar el móvil.
- ¿Sí?
- Perdona soy yo otra vez. Te aseguro que he recibido un mensaje desde este número.
- Te aseguro que yo no te he enviado nada.
Apagué el teléfono para no obligarle a gastar más dinero en llamadas infructuosas. Me pareció que el chaval empezaba a estar un poco desesperado.
Media hora después, volví a encender el teléfono y me encontré con siete llamadas perdidas del mismo número.
Mientras lo estaba consultando, me volvió a llamar. Recordé que tenía una segunda línea y le prometí que buscaría el número de la segunda línea.
Cinco minutos después, tras otra llamada, le pude confirmar que el número de mi segunda línea coincidía con el número al que llamaba, como no podía ser de otra forma. El chaval se estaba poniendo realmente nervioso.
Un rato más tarde, me volvió a llamar para decirme que se había equivocado en una cifra. Me quedé con las ganas de saber qué ponía en el dichoso mensaje para provocar tanto desasosiego por no encontrar a su remitente. Seguro que Paul Auster o Juan José Millás harían de esto una buena historia.

2 comentarios:

Anouska dijo...

La ansiedad del amor...

Mariano Puerta Len dijo...

O su versión enfermiza, los celos