viernes, 17 de octubre de 2014

Artur Mas juega al despiste, pero no sé para qué.

A la izquierda española todavía le quedan secuelas de su fobia a los Estados Unidos, pero nada que ver con el clima "antiimperialista" que se respiraba a finales de los 70. Por aquellos días, uno de los eslóganes más repetidos era el de "OTAN no, bases fuera". En algún momento, los dirigentes socialistas cambiaron de idea y decidieron que lo mejor para España era permanecer (o acabar de incorporarse) en la OTAN. El gobierno del PSOE convocó el referéndum que había prometido en la campaña electoral del 82 y, sorprendentemente para algunos,  el partido pidió el SÍ. Me gustaría saber cuándo y por qué cambiaron de opinión. Hoy en día, la hipótesis más aceptada es que el viraje se produjo bien temprano y que el referéndum fue la herramienta para facilitar a las bases la digestión del sapo. Aún así, nos falta saber quién y cómo convenció al PSOE para su conversión a la fe atlantista.
Hoy en día, me tiene perplejo otro gobernante que ha prometido un referéndum. Artur Mas ha convocado un referéndum y lo ha sustituido por un sucedáneo sin que sepamos por qué. ¿Los que se oponen a la celebración del referéndum han dado algún paso que Mas no se esperaba? ¿Los demás promotores del referéndum han disminuido su apoyo? Por lo que sabemos, la respuesta a las dos preguntas es No.
Creo que Artur Mas nos ha mentido. Sabía desde el primer momento que no se celebraría el referéndum y sólo hemos asistido a una escenificación similar al periodo de reflexión que se tomó el PSOE para meternos definitivamente en la OTAN. Ahora nos queda saber si el objetivo de Mas era aprovechar la frustración del independentismo para volver legitimado a la política del "peix al cove", o aprovechar esa misma frustración para redoblar la energía del movimiento. Y, sea cual sea el objetivo, nos queda saber si le sale bien esa manipulación de la frustración.
Fe de erratas: no quería decir referéndum, quería decir consulta popular no refrendaria.

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