martes, 28 de junio de 2022

No es ése el problema.

Una vez más, nos enteramos de que han muerto muchos inmigrantes a la puerta de Europa. Y oímos muchas soluciones al "problema" de la inmigración. Algunas, directamente desde la maldad, como las que vienen de la ola de ultraderechismo que recorre Europa. Otras desde la hipocresía, como la de Pedro Sánchez mirando para otro lado. Subrogó la defensa de nuestra frontera a Marruecos y Marruecos casi ha cumplido. Las próximas instrucciones serán que, si tiene que correr la sangre, que sea lejos de miradas indiscretas. Ojos que no ven, corazón que no siente. Y hay pocos ojos occidentales a más de 500 kilómetros al sur de Melilla. Otras soluciones llegan desde la ingenuidad, que les dejen entrar. Como si lo que encontrasen una vez dentro fuese esa utopía que a nosotros solo nos parece una vida digna.

Nada solucionará la inmigración porque la inmigración no es el problema. Como he dicho alguna vez, el drama no es la inmigración, el drama es la emigración. ¿Cómo debe ser tu vida para que pienses que te sale a cuenta cruzar África a pie, sortear mafias y policías y surcar el Mediterráneo en una patera para llegar a vivir en una chabola europea? 

La emigración que pretenden ordenar o impedir es el síntoma de unas condiciones de vida infrahumana. Es tan inútil como hubiese sido afrontar la pandemia solo haciendo bajar la fiebre de los enfermos. 

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