miércoles, 24 de junio de 2020

Decisiones tomadas con un mapa y un compás.

Hace muchos años, trabajaba de informático en Caixa Manresa. La crisis que diluyó Caixa Manresa en Catalunya Caixa y Catalunya Caixa en BBVA, me llevó a trabajar en la ventanilla de la oficina de BBVA en El Pont de Vilomara. Cuando decidí volver a trabajar de informático, quedé asignado, como cliente, a esa oficina. Como no hago prácticamente nada en oficina, me pareció irrelevante y allí me quedé.
Hoy he recibido un correo en el que se me informa de que la oficina de El Pont de Vilomara se cierra y se me asigna a otra oficina. La oficina de destino tiene que pertenecer a la misma área que la de origen. Por este motivo, la nueva oficina no puede estar ni en Manresa, la capital de comarca que está a cinco kilómetros, ni en Sant Vicenç de Castellet, que está a una distancia similar. En el correo recibido, se indica que mi nueva oficina está en Navarcles.

Quizás en línea recta sea la oficina más cercana, pero es que la línea recta queda muy lejos de cualquier carretera. El recorrido más corto es de casi 13 km. Y, para mayor recochineo, en el kilómetro 9 se pasa por delante de la oficina de Sant Fruitós de Bages.


miércoles, 17 de junio de 2020

La importancia de un titular.

Un titular debe a) atraer la atención hacia la noticia b) sin desvirtuar el contenido de la misma y c) resumiendo tanto como sea posible la información que se pretende dar.
a) Correcto.
b) Correcto.
c) Ahí hemos fallado. Lo que sería sorprendente sería ejercer pederastia sobre ancianos-




miércoles, 10 de junio de 2020

¡Por fin hemos podido hacerlo!

Después de pasar tantos días encerrados en casa.
Después de que abrieran un poco la mano y solo pudiésemos salir a correr o en bicicleta.
Por fin han abierto los gimnasios.
Las cintas de correr y las bicicletas estáticas tenían lista de espera.

lunes, 8 de junio de 2020

Para lo de la sanidad, no me sirve una solución capitalista.

El capitalismo se basa en que los consumidores escogemos lo que nos atrae más por calidad, estética, precio o porque hacen el mejor anuncio. Esos obliga a los fabricantes a hacer productos mejores, más bonitos, más baratos o a pagar anuncios más creativos. El capitalismo es cojonudo para hacer coches y que cada consumidor escoja el coche más chulo, el más fiable, el más barato, el de la marca que ha ganado el mundial de rallys, o no tener coche.
La salud, al contrario, no es un bien elegible. Todos queremos tener la mejor posible. Lo llevamos en los genes, nos ha permitido sobrevivir como especie. Si pudiésemos pagarla  y tuviésemos que pagarla, nadie dudaría en hacerlo. Nadie escoge el medicamento con la caja más bonita ni la operación de la que ha visto el anuncio más creativo. Someter la salud a la lógica capitalista no tiene ningún sentido. O sí lo tiene, pero es inmoral.

domingo, 7 de junio de 2020

Para lo de Nissan, no me sirve una solución socialista.

Hace unos días se hizo oficial que Nissan cerraba sus plantas en Cataluña. Enseguida aparecieron voces oportunistas criticando al gobierno español, al catalán y hasta al ayuntamiento de Barcelona. Nadie criticaba a los tres, pero muchos criticaban a dos de los tres.
Vamos a ver, los gobiernos poco pueden hacer para evitar una situación como ésta. Una empresa privada extranjera, con un porcentaje importante de capital público extranjero hará con su fábrica lo que le dé la gana. Y los gobiernos de aquí solo pueden subvencionar (más) las fábricas para que sus propietarios no las cierren.
Algún líder político propuso la nacionalización de las plantas. De poco serviría. Los coches hay que diseñarlos, hay que fabricarlos y hay que venderlos. No dudo que tengamos buenos ingenieros y buenos operarios, pero vender coches sin el amparo de una marca potente es casi imposible.
El coche es el producto capitalista por excelencia. Solo se puede montar una industria competitiva mediante herramientas capitalistas.

sábado, 25 de abril de 2020

Es imposible reglamentar el desconfinamiento.

Cada invierno pasa. Se avecina mal tiempo, las autoridades recomiendan circular sol si es imprescindible y seguimos yendo a todas partes. A veces, las borrascas que acaban llegando no son tan fuertes y no pasa nada. Otras, las borrascas cumplen las expectativas y pillan a bastantes conductores sin cadenas que acaban colapsando las carreteras. Ante fenómenos de evolución Incierta, sabemos dar consejos, pero no normas. Sólo sabemos cerrar un puerto de montaña cuando ya tiene mucha nieve. Antes de nevar, sólo sabemos aconsejar no pasar por él.
Ahora ha llegado el momento de reglamentar el desconfinamiento. El objetivo está claro: ir saliendo poco a poco de casa, empezando por los que más lo necesitan, y garantizando que se mantiene el distanciamiento social.  Todos tenemos claro que no es suficiente con los consejos. Las calles, como las carreteras en los temporales de invierno, se llenarían de gente. Hay que poner normas.
En el momento en el que escribo, el gobierno autoriza la salida de niños hasta 14 años, acompañados de adultos, a una distancia máxima de un kilómetro de su casa, una hora al día, entre las 9 de la mañana y las 9 de la noche y sin que se acerquen a otras personas. ¿Quién te asegura que no decide salir todo el mundo al mismo tiempo y se producen aglomeraciones en las calles?
La Generalitat tiene una propuesta más estricta: las salidas se podrán realizar por franjas horarias dependiendo de la edad del niño. ¿Qué pasa si trabajo a la hora que puedo pasear con el niño? ¿Qué pasa si tengo más de un hijo a los que corresponde salir en franjas diferentes?
Y, en cualquier caso, ¿cómo garantizas que la gente cumpla las normas? Porque si no tienes capacidad coercitiva para imponer las normas, éstas dejan de ser normas y se convierten en consejos.
Y solo hemos hablado de dejar salir a los niños. A cada paso tendremos las mismas dudas y controversias.
No nos va a quedar más remedio que confiar en la sociedad y esperar que seamos responsables y hagamos caso de los consejos. Esta vez hemos visto las orejas al lobo muy de cerca, eso ayudará. Pero seguimos siendo igual de egoístas.

martes, 7 de abril de 2020

Las malas noticias de los martes.

Soy un poco obsesivo con los números. Como no soy muy inteligente para  comprender situaciones complejas, intento reducirlas a números sencillos. Me pierdo muchos detalles, pero veo mejor el conjunto.
Desde que la Covid19 llegó a España, me voy apuntando el número de fallecidos. Me parece el dato determinante y más objetivo.
Ayer , después de cuatro días de descenso, ha habido más muertes que anteayer.
El lunes pasado, después de cuatro días en los que la cifra de muertos crecía cada día más despacio, creció un poco más deprisa.
Leo que los expertos lo llaman el efecto fin de semana. Que no es que los fines de semana seamos más felices y tengamos menos ganas de morirnos, ni que el lunes durmamos menos y eso nos perjudique. Por lo visto, los fines de semana hay menos gente administrativa trabajando y bastantes muertos se acaban contando el lunes. Y eso no sólo pasa en los vivalavirgen países latinos. En la calvinista Holanda también pasa.
Seguí revisando los datos hacia el país y se repite la secuencia. Entre en 18 y el 23 de marzo, el número de fallecidos crece cada vez menos. El crecimiento pasa del 58% al 13%. Y el 24 se dispara hasta el 46%. Pero el 24 era martes. ¿Por qué se aplazó un día el efecto fin de semana?